Tanto el ya presidente gallego como el próximo
lehendakari están encontrando problemas para formar gobierno. Ambos,
Feijóo y
López, son figuras muy estimables, muy sensatos, representantes de una nueva generación de políticos, y en su afán por hacer las cosas de una manera diferente están intentando conseguir figuras independientes, de prestigio, para integrarlas en sus respectivos gobiernos.
En el caso de Patxi López, el vasco ha hablado con empresarios independientes e incluso con alguna figura próxima al nacionalismo, para calmar las aguas. Pero estar en la vida pública del País Vasco es un reto muy duro, sobre todo después de la amenaza de ETA, mortal contra la formación del nuevo ejecutivo. Por otra parte, no se excluye la posibilidad de que haya alguien del PP en alguna consejería.
Y, en el caso de Galicia, buscar equipo tampoco le está resultando nada fácil a Núñez Feijóo. Se sabe que ha intentado hacer
conselleiro de Economía a
Juan Ramón Quintás, el presidente de las cajas de ahorro, pero éste le ha respondido ya negativamente, por lo que va trascendiendo por ahí. Habría que preguntarse si la vida pública carece de atractivos para llevarse a los mejores y si estamos abocados a continuar con la endogamia dentro de los partidos. Con lo que esto implica: que quizás los que estén en los gobiernos no son los ideales ni siquiera para sus presidentes.