Hora pico

Entre tanta campaña electoral, indicadores económicos y la violencia diaria, aparece un tema, que quizás por estar ya resignados, no se lo toma con la debida seriedad, como es el del transporte público.

En esta oportunidad me voy a detener en el subterráneo, o, para que me entiendan todos, en el metro.

El subte es el medio más usado en la Ciudad de Buenos Aires. Miles y miles de personas recorren la Capital de norte a sur y de este a oeste, ya sea para trabajar- en la mayoría de los casos- estudiar o para simplemente movilizarse de un lugar a otro.

A pesar que el servicio está privatizado en el país hace muchos años, y reconociendo algunas mejoras importantes, en estos días se están profundizando las diferencias entre la gente y la concesionaria

Una vez más y como ya es moneda corriente este jueves a las seis de la tarde, justamente en la “hora pico” la línea D volvió a fallar, y, como de costumbre las explicaciones brillaron por su ausencia. Lo que tendría que ser un promedio de tres minutos entre cada unidad, llegó a ser de ¡una hora! entre cada viaje.

Un solo empleado se animó a presumir que las fallas se encontraban en un nuevo sistema de señales que estaban instalando, aunque realmente el argumento resultó muy poco creíble.

Los gritos de bronca no se hicieron esperar, y más aún cuando algún empleado alocado tuvo la “brillante” idea de contestar “viajá a otra hora” a los indignados pasajeros, que increíblemente hasta el momento no provocaron ningún  incidente de consideración. Y acá hay que prestar atención, porque si no solucionan estas fallas, en cualquier momento vamos a estar hablando en otros términos. De este punto quiero aclarar que no estoy haciendo apología de la violencia ni mucho menos, simplemente comento lo que se puede palpar cada vez que suceden estos inconvenientes.

Pensar que este mismo martes en una charla informal con otros colegas y el alcalde de Santiago de Compostela, el tema en cuestión era el de los metros, y la “triste” comparación de lo bien que funcionan en España y lo mal-por ser generosos que andan por esta tierra. Uno, siempre queriendo defender lo indefendible, buscaba excusas  en donde no las hay, para justificar el rendimiento de un servicio que lejos está de brindar las comodidades y el respeto que cualquier usuario merece. Pero no solo hablábamos de cómo era la frecuencia y las comodidades que tenían los coches, sino también de la constante ampliación en las redes, y las localidades que pensaban sumar el servicio en sus comunidades.

Pero como todos sabemos y a pesar de la buena voluntad que tuvo el ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra en ampliar la red de subtes, el servicio deja mucho que desear y como en esta oportunidad la falla se dio en la línea “D”, las restantes no se salvan de estos parates.

La autoridad que tiene competencia en el asunto es la Secretaría de Transporte, cuyo secretario es Ricardo Jaime, uno de los funcionarios más cuestionados de la administración Kirchner, que cuenta con denuncias en casi todos los ámbitos al que pertenece su área. Los trenes, el sistema aéreo, los micros de corta y larga distancia, sumándole el subterráneo, en todos sucedió algo, y sin embargo y como diría el presidente de la AFA el “gran jefe” Julio Grondona “todo pasa”.

El ARI y el radicalismo ya lo cuestionaron y exigieron respuestas que nunca fueron dadas, mientras tanto, los que “sufren” día a día las consecuencias de estos funcionarios ineptos que conservan su puesto vaya uno a saber porque, son los trabajadores que lo único que quieren es poder viajar dignamente, algo que para muchos sería lo más normal del mundo, pero  por estos pagos ya parece una utopía.