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Por fin se fueron

sábado 09 de mayo de 2009, 11:33h
Intenso pero agotador. La semana de examen de la comisión de evaluación del COI nos ha dejado estragados. Es duro estar, durante cinco días, dorándole la píldora continuamente a unos señores para que hablen bien de nosotros. Y más duro aún si se piensa un poco, porque al final la nota que pongan estos señores ni es vinculante ni definitiva, y la decisión final está siempre en manos de la voluntad de los ciento y pico miembros del COI que no dan cuentas a nadie de lo que hacen con sus votos. Y si luego su decisión se demuestra un terrible error, nadie les pide responsabilidades. Y si no, ahí está el año de Atlanta para demostrarlo.

A los responsables de la candidatura madrileña para los Juegos de 2016 no les ha faltado nada: salvo tirarse al suelo y hacerles de alfombra, lo han hecho absolutamente todo por agradar a los examinadores. La sala donde les han reunido era una especie de platillo volante, blanca e inmaculada, con pantallas individuales en cada asiento y un atril de presentaciones en forma de mano olímpica, por el que han desfilado todos quienes se ha pensado que podían aportar algo al proyecto de Madrid. Mientras, vídeos y presentaciones se sucedían en las pantallas, siguiendo las órdenes que se daban en una sala de control anexa a la de reuniones y que nada tenía que envidiar a las de la NASA.

Lo que nos queda en claro de la visita es: que puede repetirse continente, una declaración de intenciones que tapa la boca de muchos que descartaban ya a Madrid antes de empezar la carrera. Que a los examinadores les gusta jugar al fútbol, y disfrutaron en el Santiago Bernabéu aunque no aparecieran sus señoritos. Por cierto, quedará para la historia el conocer los entresijos de lo que ocurrió el pasado miércoles en el campo blanco, y el porqué de que se anunciara la visita de los capitanes y luego no aparecieran: culpa de la agenda apretada en tarde de otro partido –el BarÇa-Chelsea-, de la falta de diligencia de quien tenía que organizar su presencia, o del poco peso que tienen las órdenes de un presidente a punto de salir por la puerta de atrás. No importa: los examinadores ni les echaron de menos; pisar el césped del Bernabéu y saludar a la leyenda Di Stéfano fueron más que suficientes para ellos.

Ahora, a apenas ciento cincuenta días para la gran decisión, sólo queda trabajar y esperar. Pueden darse muchas circunstancias: que Obama vaya –más que probable- y su sola presencia eclipse todos los años de esfuerzos previos; que los miembros del COI tengan buena memoria y se acuerden del escándalo de Salt Lake City y de cómo muchos de ellos fueron tratados en los Estados Unidos; que el impresionante proyecto de Tokio consiga esquivar la pereza de otros Juegos en Oriente; o que Río se descubra como la sorpresa inesperada a la que se llegue por el corazón de muchos miembros CIO de Suramérica. Todo está abierto, cualquier cosa puede pasar. Yo apuesto por Madrid. Como dijo la presidenta de la comisión del COI al despedirse, mucha suerte y nos vemos en Copenhague.
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