Si una certeza existe ahora entre las mujeres urbanas que caminan por la madurez es que la vida no se acaba por falta de hombre, por falta de sexo, por falta de deseo, por falta de belleza física o por falta de dinero.
“Acercarse a la edad madura es contemplar el abismo entre la fascinación y el miedo”, dice el mexicano Álvaro Enrigue. Y lo dice con plena conciencia de lo que está diciendo: basta ver los ejemplos de tres autoras, dos colombianas y una ecuatoriana, para entender que arrojarse sobre ese abismo puede ser la decisión más intensa y la aventura más fantástica de toda la existencia personal.
Isabella Santo Domingo y Yamilé Humar no son famosas por su calidad literaria, su vuelo poético o su profunda intelectualidad: son famosas porque un día decidieron ser auténticas, romper los delicados cristales de lo políticamente correcto y desnudar todos esos mitos que durante siglos mantuvieron a la mujer en una actitud pasiva, abnegada, conformista, resignada, dependiente, condenada…
Lo mismo ocurre con la ecuatoriana Lis Paredes, que hace un mes tomó la decisión de lanzarse al vacío con los ojos abiertos al presentar su libro ‘Encuentra tu hombre ideal después de los 40’, un ‘método eficaz para la mujer que se atreve a ser feliz’.
Como Santo Domingo y Humar, Paredes no tiene ningún escrúpulo al decir las cosas como son, y decirlas como suelen decir las mujeres que ya han superado el miedo al ridículo y ya no creen que el machismo lo puede todo.
¿Literatura ‘light’, facilona, frívola? Paredes casi responde con un “sí, ¿y qué?”.
Para Paredes la cuestión es clarísima: ¿de qué felicidad social podemos hablar si no somos capaces de empezar a ser felices como individuos?
Santo Domingo y Humar son, desde hace poco, un ‘boom’ editorial. Sus libros tienen una demanda tan alta que incluso circulan versiones pirateadas (me perdonan, pero con todo lo antiético e ilegal que eso significa, cualquier autor con amor propio sabe que si encuentra clones de sus libros en cualquier esquina, su obra ya quedó en la historia como un ‘best seller”).
Paredes tiene otra estrategia: tan creyente como es del marketing, las estrategias publicitarias, el ‘media traning’ y las relaciones públicas; ha puesto una pequeña porción de sus textos en las “principales librerías del país”.
Pero sueña más alto: está en conversaciones con una actriz para montar una obra de teatro y desde junio organizará talleres vivenciales con mujeres de cuarenta para arriba.
Quiere que su libro no solo sea un libro, sino una filosofía de vida. Una apuesta audaz, pero absolutamente aterrizada: ¿qué mujer necesitada de amor, de orgullo, de autoestima, no asistiría a una taller donde le dijeran que para buscar la felicidad de los demás hay que buscar la felicidad personal, y que para querer a los demás primero hay que enamorarse de sí misma?
Paredes ríe cuando se le lanza el dardo de que, disculpe, pero, filosofe lo que filosofe en su libro, la vida no se construye con fórmulas ni mandamientos porque, en realidad, a cada cual le toca construir su propio camino…
A ella le parece que todo lo que se diga en contra de cierta literatura ‘light’ ayuda, precisamente, a derrumbar el mito de que los contenidos aparentemente ligeros son nocivos.
Para la quiteña Lis, como para las colombianas Isabella y Yamilé, hay que frentear la vida, dar la cara, asumir el riesgo, dejar la mojigatería en el clóset más apolillado y clausurarlo para siempre.
Con descarnada franqueza, humor, inteligencia y muchos consejos prácticos, estas tres mujeres decidieron liberarse del peso de la cruz y atreverse a ser felices. Que, en realidad, quiere decir atreverse a existir. Sin complejos. Con dudas. Pero existir.