Camisetas
jueves 09 de julio de 2009, 20:47h
Aún impactada por la presentación de Cristiano Ronaldo -Dios le conserve la habilidad balompédica, porque la oratoria no es su punto fuerte-, leo en la prensa deportiva que tras el acto del Bernabéu, las huestes de seguidores corrieron a la tienda del club blanco a adquirir camisetas con el nombre y el número del flamante fichaje: nada menos que 15 al minuto vendieron durante apenas dos horas. Pero lo más llamativo: 300 fueron robadas por se supone que varios individuos con manos tan rápidas y ágiles como se le suponen los pies a este cristiano.
No es moco de pavo vender esa cifra de camisetas, sobre todo si se tiene en cuenta que cada una costaba 85 euros. 85. El equivalente a 85 litros de gasolina sin plomo -en un coche como el mío, dos depósitos llenos-; a cinco kilos de filetes de vaca de los buenos; o a la hamburguesa más cara del mundo, que sirven en el restaurante Estik de Madrid y es de buey de Kobe. No la he probado; sólo lo he leído, pero dicen que es exquisita. A lo que yo iba: en plena crisis económica mundial, con los bancos y las cajas aún temblando y las cifras de paro más altas de las últimas décadas, había gente dispuesta a pagar, y que pagó, 85 euros por una camiseta -a razón de 15 personas por minuto, o una camiseta vendida cada cuatro segundos.
Dinero llama a dinero, decía siempre mi madre. Debe ser cierto: las últimas operaciones del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, han supuesto una salida de millones de la casa blanca -la de Chamartín, no la de Washington- realmente asombrosa. Pero quienes entienden de esto dicen que la repercusión internacional en la imagen del club es estratosférica, mejor de lo que podría haber sido la más cara campaña de publicidad que se pueda imaginar.