Después de la Primera Guerra Mundial, la búsqueda de fuentes de petróleo se tornó febril en el mundo entero. Nuestro país no quedó al margen de esa actividad.
En esos años, de la Compañía Richmond Levering destacó su mejor geólogo, el Doctor Kirtley H. Mather, al mando de dos expediciones. La primera en 1919, que recorrió desde Santa Cruz hasta la frontera con la Argentina. Sus observaciones y recomendaciones en gran forma definieron el área que adquirió la Standard Oil de New Jersey, en la que se lograron los primeros descubrimientos comerciales de petróleo sobre los cuales se ha edificado nuestra industria petrolera.
Un aspecto poco conocido es que la segunda misión de Mather, en 1920, tenía el cometido de recorrer y estudiar el área del Río Madidi. Por la falta de caminos optó por navegar el Río Beni y remontar el Madidi para navegar al área de interés. Lamentablemente, la misión fracasó por las dificultades del terreno y las lluvias torrenciales.
El mismo geólogo, cuyas recomendaciones orientaron a Standard Oil de New Jersey, no pudo elevar un informe sobre el área del Madidi. De haberlo hecho quizás la historia petrolera nacional hubiera sido diferente. Sólo un aspecto quedó claro: el difícil acceso.
Jorge Lavadenz, en su libro Dos Generaciones en el Petróleo Bolivia y otras actividades, nos relata tres tentativas de exploración petrolera en el Norte de La Paz, realizadas por su padre Jorge T. Lavadenz.
Las dos primeras fueros frustradas por la adversidad política y más bien coadyuvaron al exilio de Lavadenz. La tercera en 1940 no prosperó por la indiferencia total del Gobierno. Estos intentos mostraron la influencia política decisiva del gobierno de turno.
La zona permaneció sin actividad hasta 1976 que Sun Oil perforó Tuichi sin éxito. De esa fecha hasta 1992, Shell, Union, Elf (ahora Total), Texaco, Hispanoil (ahora Repsol), Philips, Mobil y Lone Star realizaron reconocimientos sin perforar pozos. Previo a su capitalización en 1996, YPFB perforó un pozo en Lilquimiri y dos en Tacuaral, todos sin éxito. En 1996, Total perforó el pozo Yariapo con resultados alentadores.
Este siglo las inversiones se volcaron al sur del país en búsqueda de gas. Excepto el área de Río Hondo, al Norte de La Paz, obtenida por Petrobras y Total en un Contrato de Riesgo Compartido, convertido a Contrato de Operación. Con la nueva ley está esperando la licencia ambiental para realizar labores sísmicas desde el 2002.
El actual gobierno, con su fino instinto político, no podía permanecer indiferente a la figura casi mítica del Norte de La Paz. El Primer Mandatario viajó hasta el río Kerosén. Como resultado, en un gesto de entusiasmo, mostrando que el poder político lo ha dotado también de sapiencia petrolera, dirigiéndose al entonces Prefecto indicó que: “Si en un par de años no se tiene producción de petróleo en el Norte de La Paz, deberíamos dejar los cargos por ineficientes”. Bueno, producción para este octubre es imposible. El prefecto de entonces ya ha sido cambiado. Nuestro Primer Mandatario para ser reelegido también debería dejar el cargo para esa fecha. Técnicamente estaría cumpliendo su propia disposición.
Pero para este julio bicentenario cómo estamos. YPFB detenta nueve millones de hectáreas como su área exclusiva. YPFB en una Sociedad Anónima Mixta (SAM) con Petroandina (PDVSA) debe explorar 500.000 hectáreas de su área exclusiva en el Norte de La Paz. La sociedad recién hace unos meses ha logrado la licencia ambiental para realizar trabajo de sísmica. Ese permiso demoró más de un año, no obstante la influencia que la sociedad podía ejercer.
Más aún, la semana pasada un encuentro de pueblos originarios y comunidades campesinas, celebrado en La Paz, se ha pronunciado en contra de las licencias ambientales otorgadas. Todo esto corrobora lo que se había estado anticipando que la Ley 3058 y la Constitución Política del Estado han convertido la exploración de recursos naturales en una especie de campo minado, que impide cualquier inversión, estatal y/o privada.
Finalmente, esta semana será aprobada una ley que autorice a YPFB conformar una SAM con la compañía GTLI (GTL y Jindal) para explorar un millón de hectáreas en el bloque Río Beni, que abarca parte del Norte de La Paz.
La nueva Constitución Política del Estado vigente desde el 7 de febrero del presente año especifica que este tipo de contratos de explotación de recursos naturales deben ser aprobados y autorizados por la Asamblea Legislativa Plurinacional. Esta asamblea recién entrará en funcionamiento el próximo año, así que este contrato tendrá que esperar hasta esa ocasión. Por tanto, los discursos triunfalistas están ahora más que nunca fuera de lugar.
Lo importante es que con los datos aportados por los estudios y pozos perforados, se puede afirmar que las posibilidades hidrocarburíferas del Norte de La Paz han mejorado notablemente e inclusive se puede esperar que los campos productores sean de petróleo con poco gas a diferencia de las actuales de condensado o sea mucho gas y poco petróleo.
Lo lamentable es que igual que hace casi un siglo el descubrimiento de hidrocarburos del Norte de La Paz continúa atrapado entre su difícil acceso y la política interna del país.
*Carlos Miranda P.
es ingeniero petrolero.