Pobre del osado turista que a partir de ahora se monte en un taxi en Chicago y pida que le lleven a la Willis Tower. “¿Willis qué?. ¿Pero de qué me está hablando?’”, será la más que probable respuesta que obtenga del conductor del coche, que al igual que el resto de la gente local no entiende por qué el rascacielos más emblemático de la Ciudad del Viento ya no se llama oficialmente Sears Tower.
Los ‘culpables’ del cambio de nombre son una empresa de seguros con sede en Londres y los dueños del inconfundible edificio que resalta en el skyline de Chicago, que hace unos meses llegaron a un acuerdo por el que los británicos instalaran su ‘cuartel general’ de Estados Unidos en tres de las 110 plantas del rascacielos, a cambio de una jugosa cifra de dinero y los derechos para cambiar el nombre a la torre.
La Sears Tower, que fue diseñado por los arquitectos Skidmore, Owings & Merrill e inaugurada en 1973, cuenta con una imponente estructura de acero y vidrio de 110 pisos, y en la actualidad continúa siendo el edificio más alto de Estados Unidos y también de todo el continente americano, con nada menos que 442 metros de altura.
La compañía Willis, una auténtica desconocida entre los habitantes de Chicago, dice en su defensa que instalarse en ella es una muestra del “sólido compromiso” de la empresa “con Chicago, con sus habitantes, y con el futuro”, pero la explicación del alcalde de la ciudad, Richard M. Daley, parece mucho más convincente. En los tiempos “tiempos difíciles” que corren la apuesta de Willis ayudará a mantener “en movimiento” la economía local.
No piensan lo mismo los promotores de una campaña de recogida de firmas para que se devuelva al edificio su nombre original. “El nombre Willis recordará a la gente de Chicago lo que la empresa ha quitado a la ciudad más que lo que ha traído. Por favor, devuelvan el nombre a nuestro edificio para presevar la historia y la herencia de Chicago”.
¿Qué pensará Obama cuando vuelva a la ciudad de sus amores?.
Si (
No(
