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Binominal y PC: Una apuesta a lo posible

Binominal y PC: Una apuesta a lo posible

lunes 09 de abril de 2007, 19:44h
“No nos gusta”, “nos deja muy insatisfechos”, o “la encontramos injusta, pero igual la apoyaremos”. Esas son las ideas que se recoge de los comunistas consultados sobre el proyecto de reforma del sistema electoral que ingresó a trámite legislativo.

José Antonio Viera-Gallo anunció la iniciativa el mismo día que asumió como Ministro Secretario General de la Presidencia, por lo tanto es evidente que compartió la idea con la Presidenta Bachelet.
 
El es uno de los dos “viejos crack” -junto a René Cortázar- al que recurrió la Presidenta para superar la angustiante coyuntura del Transantiago.

Está a cargo de la agenda legislativa del Ejecutivo y de partida se fijó prioridades: la reforma provisional, el proyecto estrella de Bachelet; el nuevo paquete de leyes de probidad; la ley del bosque nativo, en tramitación por más de una década; y la reforma del sistema electoral, entre otras.

La convocatoria de Viera-Gallo es a terminar con la “exclusión” de cualquier grupo significativo de electores. En la práctica, se trata concretamente del Partido Comunista, el único que ha logrado reunir, poco más o poco menos, un 5% del electorado nacional, pero ha quedado marginado del Parlamento desde el restablecimiento de la democracia.

Hasta ahora la derecha se ha opuesto, en bloque, a cambiar el sistema binominal, incluso a su “perfeccionamiento” o a modificaciones marginales. En esencia, por temor a que la fisura que se abra en el sistema de representación política pueda irse ensanchando hasta desbordar el seguro que han tenido las fuerzas conservadoras desde el advenimiento de la democracia, en 1990.

Especialistas electorales de la Concertación pergeñaron la llamada "propuesta Boeninger", el ex ministro del Presidente Aylwin (2000-2004). Consistía, por una parte, en aumentar los diputados de 120 a 150; y por otra, en reducir los distritos parlamentarios a más o menos la mitad -fundiéndolos de a dos y hasta de a tres, y en aumentar de 2 a 3 y hasta a 6 y 8 los diputados a elegir en cada uno de los nuevos territorios electorales. De esa forma se ponía fin al empate forzado con que opera el sistema, la razón principal que defiende la oposición de derecha.

La derecha no le dio la pasada a la propuesta Boeninger. “No es un ajuste (al binominal), sino más bien un verdadero terremoto grado 8”, dijo el presidente de RN, Carlos Larraín. Total coincidencia de la UDI: ni aumento de parlamentarios ni modificación a los distritos ni sistema proporcional, porque no estamos por “transar” la estabilidad que da el actual sistema binominal.

Viera-Gallo es un posibilista. Declara, ante quien lo quiera oír, que comparte la máxima del ex Presidente Aylwin de que todo es posible “en la medida de lo posible”. Y la complementa con un precepto italiano que dice que “todo está bien cuando termina bien”. O sea, realismo extremo en el propósito y medición del éxito por los resultados, más que por las virtudes del propósito. O sea que si el resultado es malo, la culpa estuvo en el objetivo.

La conclusión es obvia: hay que modificar el objetivo, hacerlo viable o “posible”, como diría Aylwin. Lo que no significaría traicionar el propósito original, sino admitir que se avanzará más lento, fijando metas intermedias. Es lo que pretende el nuevo proyecto de reforma del sistema electoral: avanzar de a poco, y si es necesario "de a poquitito", pero avanzar.

En sustancia, el nuevo proyecto de reforma del sistema electoral no modifica la fórmula del binominal vigente, sino que la deja tal cual, pero le adosa una variante a través de la cual podrían ingresar al Parlamento los comunistas u otros grupos políticos actualmente marginados.

En palabras del Ministro Lagos Weber, “es el término de la exclusión en materia parlamentaria. No es el óptimo lo que vamos a enviar, no hace una reforma al sistema binominal…, pero al menos vamos a… terminar con la exclusión de fuerzas políticas en Chile que no tienen una representación parlamentaria como debieran”.

Se supone que la Concertación y el PC están de acuerdo en el camino y en la fórmula elegida. Era una condición básica para echar a andar la iniciativa.

Los partidos de la Concertación habrán cumplido con el primero de los cinco puntos que plantearon en la declaración del 8 de agosto del 2006. “Para esto queremos la reforma electoral”, cuando admitieron que la propuesta Boeninger no era viable: “1. Terminar con la exclusión: que ninguna minoría política significativa quede fuera sistemáticamente del Parlamento”.

En el PC ven la posibilidad de entrar al Parlamento con 2 o 3 diputados, y hasta con cinco, para los más optimistas. Ahí iniciarán, creen, un camino que ya transitaron en la política nacional y que les dio lucimiento internacional. El mundo es otro, pero no importa. Sienten que no tienen alternativa. 

Para la derecha la cuestión la complica. Hay voces a favor, pero son muchas más las que no están dispuestas a modificar nada, ni el sistema binominal ni introducirle aditamentos de ningún tipo. Aunque hay opiniones dispuestas a algún cambio, de mayor o menor cuantía, siempre condicionados a que el Ejecutivo les haga concesiones, en el mismo campo de lo electoral o en otros.

Los que se muestran disponibles a votar a favor estiman que reafirmarían la vigencia del sistema electoral binominal por largo tiempo. Porque calculan que aun con los agregados, no se afectará la tendencia al empate de las dos grandes fuerzas políticas y electoralmente hegemónicas en el país: la Concertación y la Alianza. Y ello les significaría acallar el ruido que les produce la batería de argumentos contra el sistema electoral hasta, por lo menos, la elección presidencial de 2009.

Finalmente, para la Presidenta Bachelet, para el Gobierno y para la Concertación la iniciativa presenta varias ventajas. A saber:

* Activa un tema programático fundacional de la Concertación, que podría ejercer de magneto de sus disociadas bancadas parlamentarias.

* Genera discrepancias profundas en la derecha, algunas de rango aproximado a los principios, otras sobre oportunidad, conveniencias partidarias o tendenciales.
 
* Es un gesto hacia la izquierda en general -intra y extra sistémica-, que podría neutralizar las infundadas o fundadas interpretaciones de que con la modificación del gabinete la Mandataria dio un giro a la derecha.

* Finalmente, es probable que baje los niveles de la presión anti-gobierno que son capaces de desarrollar los comunistas desde algunos nichos sociales en que tienen ascendiente.

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Pedro Martín P. es analista político.
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