El 11 de septiembre es una fecha en la que tradicionalmente han ocurrido cosas horribles, salvo una que entiendo que fue beneficiosa, al menos, para mí: ese día nací yo.
Pero, por recordar un acontecimiento que me perturbó emocionalmente y aún recuerdo con intenso dolor, ese día del año 1973
Augusto Pinochet Ugarte dio un golpe de Estado que rompió con la tradición democrática de un país ejemplar, como era Chile y reprimió, torturó, asesinó a sus oponentes políticos y reinventó la figura del “
desaparecido”.
Muerto el dictador, tal vez se acabó la rabia, pero no se terminó con la memoria, y por eso cuando hay quienes creen que todo lo que pasó en la reciente historia de Chile hay que olvidarlo, los tribunales de justicia de hoy siguen hurgando en la herida de la indecencia que representó el dictador y sus cómplices.
Durante estos días se ha dado vía libre en el Senado de Chile – a pesar de la oposición de los herederos del golpista - al reconocimiento de los desparecidos en la dictadura, y a continuación se ha decidido procesar a 120 represores, muchos de los cuales nunca fueron llamados a declarar y permanecían sin ser reclamados por la justicia. Estos personajes nunca habían comparecido anteriormente y ni siquiera habían sido mencionados en las violaciones a los derechos humanos.
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Estos represores están relacionados con las llamadas Operación Cóndor, Operación Colombo y el caso Calle Conferencia, además de un fleco de este último conocido como caso de los trece.
Bajo la dictadura de Pinochet, unas 3.200 personas murieron a manos de agentes del Estado y, de ellas, unas 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos.
Los números solo son cifras, aunque detrás de cada uno de ellos hay una historia terrible que nunca hay que olvidar porque n se les puede negar a las víctimas de los dictadores el derecho a ser recordadas y reivindicadas.
Yo viví durante dos años en Chile antes de que el general golpista y admirador del otro golpista español, Francisco, derrocara a
Salvador Allende.
Mi pequeño homenaje a quienes fueron víctimas del indecente criminal de gafas oscuras, entre los que hay algunos amigos y conocidos míos, es una novela que acabo de escribir y que espero que salga a la luz próximamente.
En ese relato, basado en la realidad y escrito desde la fabulación de los hechos que ocurrieron y los que podrían haber sucedido, cierro cuentas con un pasado que nunca debió suceder.