Ha muerto hace mucho tiempo y de muerte política. Tal vez sería mejor decir que el viejo padrón, que tantos servicios ha brindado al país en sucesivos procesos electorales, ya no existe y tampoco es posible que este instrumento pueda resucitar. Cuando el señor Presidente y el Vicepresidente se registraron en el nuevo padrón biométrico con el país como testigo, cada uno en su momento y circunscripción, confirmaron aquel extremo: los libros electorales y la base informática de datos forman parte de los archivos históricos y habrá que tratarlos de esa manera.
Bajo ninguna circunstancia o argumento es posible la utilización combinada de datos del viejo padrón con información del nuevo registro electoral en curso. Pues no existen procedimientos técnicos ni racionales para utilizar dos registros electorales de manera simultánea. Es tan simple como que los seres humanos no podemos estar de pie y sentados al mismo tiempo, sino alternativamente. Algo similar ocurre con el padrón. No pueden coexistir dos registros electorales bajo el inminente riesgo de invalidar todo el proceso electoral y despertar la violencia en el país.
Si por alguna inaudita decisión política el Parlamento sancionara una ley para obligar a la Corte Electoral a desarchivar y reactivar una parte del viejo padrón, inmediatamente se instalaría la sospecha de que miles de ciudadanos registrados, “legalmente” en ambas listas, podrían emitir miles de votos de manera fraudulenta. Rompiendo con ello un principio universalmente reconocido y recientemente puesto de moda por el señor Vicepresidente, utilizado con mucho entusiasmo por algunos voceros gubernamentales para otras ocasiones, como es el añejo, liberal y europeo aforismo de: un ciudadano, un voto, el mismo valor (one man, one vote, one value).
¿Dónde podría aplicarse el negado padrón mixto? ¿En La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba? Según las intenciones de voto, el Gobierno no necesita estropear su trayectoria política. ¿En Pando, Beni, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija? Ello conduciría a reavivar la resistencia regional, con consecuencias negativas para el Gobierno. Cuando el Congreso, con enormes dificultades, llegó a concertar la Ley Electoral Transitoria para sustituir el benemérito padrón por uno de nuevo cuño, el padrón biométrico, que no es otra cosa que el listado de ciudadanos vivos en un formato novedoso, determinó la obsolescencia y eliminación física de los antiguos registros. Al promulgar la ley, el señor Presidente sufrió una pequeña derrota, el registro biométrico, con ello estaba recibiendo un presente griego. El archiconocido y no por ello menos eficaz caballo de Troya, que el astuto Ulises había construido para cruzar las fortificadas murallas troyanas y derrotar finalmente a la ciudad gobernada por Menelao, después de diez años de constante y agotador asedio.
Cuando algunos parlamentarios y nuevos voceros gubernamentales desean el retorno del viejo padrón, aunque sea en la extravagante e imposible modalidad mixta, están intentando reparar un grueso error político que indujeron a cometer al señor Presidente. Pues, el biométrico, además de la lista de electores vivos, entregará datos ciertos de la ubicación de la población en el territorio, así como inédita información sobre los pueblos indígena originario campesinos.
* Politólogo y catedrático
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