27 días. 17.000 kilómetros. 17 países. Un objetivo: llegar a Mongolia. Los tres pilotos del Fiat Panda apoyado por Madridiario llegaron a la meta de una de las carreras más duras del mundo, el Mongol Rally.
Ha sido duro pero ha valido la pena. Andrés Castizo, Juan Manuel Antelo y Evaristo Babé, dos ingenieros y un abogado, se han pasado un mes en el coche con un fin solidario. Realizar una aventura extrema con la que conseguir donaciones para proyectos solidarios. Aparte de las ONG que proponía la organización, los aventureros de Madridiario han aportado su granito de arena con la Asociación Española contra el Cáncer.
.jpg)
La carrera consiste en conseguir llegar a Mongolia sin GPS y sin tours guiados en menos de un mes en un coche de hasta un litro de cilindrada o en una moto de menos de 125 centímetros cúbicos. Ellos lo han hecho en 27 días. Ha sido uno de los 73 coches que han llegado a la meta de los más de 500 participantes que se presentaron, provenientes de Londres, Milán, Madrid, Barcelona y República Checa.
.jpg)
Con un bidón de gasolina, un equipaje con lo justo (bueno, en la maleta se coló una plancha) y el equipo básico del vehículo, consiguieron su objetivo sin apenas problemas. Tan sólo sufrieron un pinchazo. "Somos ganadores morales porque hemos conseguido llegar haciendo una vía complicada. Podríamos haber hecho el viaje en quince días por los países con mejores carreteras, pero hemos preferido responder al desafío y hacer una vía más complicada", comenta Castizo. Han recorrido los siguientes países: España, Francia, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Serbia, Bulgaria, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán, Kazajstán, Rusia y Mongolia.
Pagar la mordida
Un viaje de estas características no está exento de dificultades. "Cada uno puede hacerlo a su manera. Nosotros comíamos una vez al día porque no nos daba tiempo a parar si queríamos hacer 900 kilómetros diarios por carreteras horribles. Eso sí. Siempre dormíamos en hotel y nos dábamos una ducha", asegura Antelo. Y es que era una lucha contra el tiempo y algunas autoridades.
.jpg)
"En muchas fronteras y pasos nos paraba la policía y nos pedía sobornos, pero con sentido común y algo de picardía, conseguimos pagar mucho menos que otros participantes en mordidas", comenta Castizo. En ese sentido, la nacionalidad es toda una ventaja. Castizo apostilla: "En cuanto les dices que eres español te hablan del Real Madrid y de los toros. Eso nos abría muchas puertas. Incluso pasamos una frontera bailando flamenco. Los ingleses lo tenían más complicado".
La falta de información era otro problema fundamental. "Nos íbamos informando de lo que pasaba en los países como podíamos. Supimos que había elecciones en Irán y evitamos pasar por allí. En Mongolia había riadas. Teníamos que tener cuidado si queríamos terminar la carrera a tiempo", comenta Antelo.
El Dakar pobre
Han hecho el denominado como "Dakar pobre", uno de los viajes más largos del mundo. Y han pasado por algunos de los países más desconocidos para el turismo y los medios internacionales. La gente ha sido su gran descubrimiento. "Nos ha sorprendido su amabilidad con el extraño. Excepto algunos policías, los habitantes nos saludaban en todos lados y nos ayudaban en lo que podían, a pesar de los contrastes y la pobreza que hay con respecto a Europa", continua Castizo.
"Nunca pensamos que recorreríamos estos países. Nuestra familia se asustó cuando se lo contamos. Nos decían que estábamos locos. Sin embargo, viendo el viaje ahora, no dejaría de hacerlo. Ningún viaje será igual. Aunque después de la experiencia, no repetiría la paliza que nos hemos pegado -explica Antelo-, excepto si lo hago cuando tenga hijos".