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Borrachos perdidos

Borrachos perdidos

lunes 14 de septiembre de 2009, 11:52h
   Atracarse de comer y beber sin conocimiento, y hasta perderlo, resumen el ocio de un altísimo porcentaje de españoles. Comilonas pantagruélicas han ascendido a la categoría de eventos culturales y un día de esto se pedirá el Premio Nóbel para un cocinero. No se sabrá si darle, eso sí, el de Química o el de Literatura. El estado de "borracho-ciego" es el objetivo proclamado de los rebaños que se van de "marcha".

   El alcohol es un problema de toda nuestra sociedad. Y en todos los estamentos y sectores, pero con particular incidencia entre jóvenes y adolescentes. Lo de Pozuelo, una borrachera global, sucede en todos los puntos de España cada fin de semana. La diferencia es que esa noche les dio por quemar coches y policías. Por lo demás el cuerpo lo llevaban idéntico. O sea, atiborrado de alcohol.

   Una generaciones que salen de casa a las hora en que las anteriores se recogían para irse acostar y una noche entregada a beber como mejor hilo conductor de alcanzar el sexo son el resultado y el síntoma de que algo no está bien e irá, sin duda alguna, a peor. En el descoyunte general aparece como fondo filosófico la aberración practicada, enseñada y asumida hasta por el Gobierno nacional de que disciplina es igual a represión y que autoridad es dictadura. Y con  tales premisas no hay padre ni maestro ni educador que pueda trazar un línea recta.

   Prohibir no es tampoco la solución, aunque eso vuelva locos a nuestros ministros (ahora la Trini, como si no tuviera bastante con la gripe quiere desterrar el fumeque de todos los bares, donde la gente podrá seguirse intoxicando etílicamente sin problemas) y, aunque sea lo siempre dicho y nunca afrontado la clave de la cuestión sigue estando en lo mismo: es necesaria y previa la información, la formación, la recuperación de los valores. O sea, la manida, tan traída y llevada educación de la que hablamos siempre pero que tan sólo la tocamos para seguirla empeorando.

   Nada se hará. Estén ustedes tranquilos. Sólo cuando algún día les vuelva a dar por quemar coches y policías saltará el asunto a los periódicos. Mientras no pasa nada. El país puede seguir borracho perdido de viernes a domingo.
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