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¿Es progresista subir impuestos?

¿Es progresista subir impuestos?

sábado 19 de septiembre de 2009, 19:04h

En esta semana que termina se ha perdido toda esperanza de que Rodríguez Zapatero acepte algunos retoques, sugeridos incluso desde el interior de su partido y hay quienes aseguran que también desde dentro de su gobierno, a una política económica que más bien parece ausencia de política económica, al menos en términos de coherencia de mercado, dominadas como están las decisiones de La Moncloa por criterios, es preciso reconocer que eficaces, de comunicación y propaganda. 

Así que, parece que previa la advertencia interna de lo mucho que se puede perder si falla la unidad del partido en torno al presidente del Gobierno, el comité federal del PSOE ha cerrado filas como no se podía esperar de otra manera. En la política de partido cuentan más las adhesiones que los argumentos, por lo que es natural el ascenso de personajes como Pajín o Aído, e igualmente natural que quede poco espacio para personalidades de la capacidad y prestigio de Pedro Solbes o Joaquín Almunia, mejor extramuros para que no haya ni siquiera matices en el fulgor de la adhesión incondicional al jefe. “¡Jefe, Jefe!”, que le gritaban las derechas hace más de siete décadas a Gil Robles.

Tanto es así que incluso viejos amigos y adictos sin fisuras, como el profesor Miguel Sebastián, quedan en muy segundo plano por aquello de “la funesta manía de pensar”. Con fría habilidad de poder, Rodríguez Zapatero aleja las manos de Sebastián de las palancas de mando de la economía mediante el evanescente encargo de diseñar un “Nuevo Modelo de Economía Sostenible” para España. Marchando una de teoría para tener entretenido al profesor que, como sabe del tema, puede resultar incómodo o insuficientemente disciplinado y aquiescente.

A falta de ideas y criterio siempre queda a mano alguna receta de demagogia populista. Por ejemplo, la subida de impuestos, que nadie sensato entiende, porque de ninguna manera puede alcanzar los niveles que serían necesarios para paliar el terrible déficit generado en las cuentas públicas por las erráticas decisiones de los últimos tiempos, y en cambio es seguro que retraerá el consumo. “¡Que paguen más los ricos!”, clama la propaganda de La Moncloa. Pero ¿alguien se cree en serio eso de que la subida de impuestos va contra los ricos? A quien con toda evidencia perjudica, incluso acosa, es a las amplias clases medias de pequeños empresarios, de profesionales y trabajadores cualificados que verán recortado aún más su poder adquisitivo.

Nada hay más peligroso, en tiempo de turbulencias económicas, que un espíritu ebrio de poder. En las horas que corren, Rodríguez Zapatero tiene mucho poder, como se ha visto en el cierre de filas del comité federal socialista de ayer. Es un poder político que gestiona dentro del partido, con enorme eficacia, el gallego José Blanco, que ha resultado toda una revelación. No sólo controla cada movimiento dentro del PSOE, sino que ha cambiado en semanas el signo de un Ministerio clave como Fomento, con un razonable establecimiento de prioridades y métodos que entierran la caótica y peculiar gestión de su inefable predecesora en el cargo, la inolvidable Maleni Álvarez.

Inasequible al desaliento, afirma ahora Rodríguez Zapatero que la recuperación ya está aquí y que la economía española empezará a crecer en el umbral entre este año y el próximo, es decir, ya mismo, porque al año actual apenas le queda un trimestre. ¿Pero esto lo dice en serio? ¿Con qué datos y argumentos? Ni un solo economista solvente o reconocido habla de recuperación de la economía española por lo menos, para los más optimistas, hasta finales de 2010.

Incluso no faltan quienes, como el presidente de la confederación de Cajas de Ahorro, Juan Ramón Quintás –un hombre serio y riguroso, instalado sobre ese impresionante banco de datos y equipos de análisis que es FUNCAS– afirman que 2010 puede ser peor incluso que el año actual y que no hay salida a la crisis sin unas elecciones anticipadas que abrieran paso a ese gran pacto político y social que todos los grandes expertos reclaman y al que está irreductiblemente cerrado en banda el actual presidente del Gobierno.

Pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Frente a la frívola irresponsabilidad con que Rodríguez Zapatero se dispone a jugar con algo tan delicado y serio como es el IVA, nada menos que las cuatro organizaciones empresariales del comercio han depuesto sus lógicas y habituales diferencias competitivas para enviar una carta conjunta a la vicepresidenta Elena Salgado, con la sensata advertencia de que una subida de impuestos sólo servirá para profundizar la ya sensible caída de ventas, con obvias consecuencias para la actividad y para el empleo.

Institucionalmente, el comercio advierte al Gobierno de algo tan serio y tan obvio para cualquiera que no sea Rodríguez Zapatero como que en estos tiempos de retraimiento de la demanda “las medidas de política económica deben dirigirse a mejorar los niveles de renta de las familias y no a deteriorarlos de manera indiscriminada”. No cabe mayor claridad o evidencia Todo indica que los comerciantes preparan acciones contundentes si el Gobierno mantiene la postura de subir impuestos.

¿Y qué dice a esto una persona tan sensata, profesional y seria como la vicepresidenta Elena Salgado, desde el rigor que, como ingeniera, debemos presumirle y ciertamente tiene? ¡Qué va a decir! Aplica la prudente y antigua máxima de guardar silencio cuando nada podría decir sin quebrar o por lo menos tensar la disciplina del Gobierno y del partido. “En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”  como siempre se ha advertido.

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