Desempleo libre

Uno de los más cínicos contraataques de un gobierno destructor de empleo y sindicatos adjuntos, es acusar a quienes piden alguna reforma del mercado laboral de pretender el despido libre. Se trata con ello de meter miedo en el cuerpo a los trabajadores actualmente ocupados cuyos derechos adquiridos nadie pretende poner en duda.  Por el contrario, nadie se responsabiliza de la situación de millones de desocupados ni de las empresas en crisis.

Superados los cuatro millones de parados registrados y en el camino que conduce a los cinco y con la tasa de desocupación mas alta de Europa, resulta paradójico que los gobernantes y sus adlateres no asuman haber provocado la situación real de despido para el mayor número de personas que es posible imaginar. En esta situación, cualquier fórmula que favorezca una contratación más fácil de los desocupados, es preferible a la prórroga del desempleo masivo sin otra estrategia que esperar pasivamente a que venga por sí mismos tiempos mejores.

El cierre de empresas y las reducciones de plantillas es la auténtica libertad de despido que se desarrolla sin freno ante la inoperancia de un poder que se conforma con subsidios insuficientes para disfrazar el problema. ¿O es que los desempleados no son despedidos de la actividad laboral contra su voluntad sin apelación posible? El peor despido es el de aquellos que ven interrumpida su actividad porque su puesto de trabajo desaparece y se extingue inapelablemente sin saberse a ciencia cierta cuándo podrán surgir nuevas oportunidades laborales.

Amenazar con hipótesis de despido libre a quienes ya están en paro es una desvergüenza y hacerlo cara a quienes tienen una posición respaldada por la legislación vigente, por lo imprescindible de sus funciones o por el blindaje de los reductos económicos más fuertes es una treta imperdonable. Los únicos promotores del despido libre son los destructores de empleo que se niegan a cualquier reforma de las estructuras laborales que anime la creación de otros nuevos.