La piña del PSOE

   Todavía no termina de despejarse la tormenta que en las últimas semanas se viene descargando sobre el partido socialista, acusado de disponer de un líder cesarista y responsable de todos los errores posibles, tanto en estrategia como en gestión de la situación de crisis. A Zapatero le han llovido críticas por improvisación, por globos sonda y experimentos, y suelen mencionarse los casos más flagrantes de los 400 euros anuales de desgravación automática y general, o los 420 euros de subsidio a los parados de larga duración, en los que el PSOE gobernante ha dado pasos adelante y marchas atrás, por igual.

   A ello se han añadido las dimisiones como congresistas de tres ex ministros, Molina, Sevilla y sobre todo Solbes, que han dejado tras de sí la imagen de que "el PSOE se desmorona" y los "fieles" a Zapatero dejan de serlo. Y luego, otros episodios del momento, como el que ha protagonizado la madre de Leire Pajín en el caso de los tránsfugas socialistas del Ayuntamiento de Benidorm. Todos han sido argumentos empleados para hablar, y profusamente, acerca de una eventual situación de desconcierto y dispersión en el seno del PSOE.

   Frente a tal sospecha, alentada sobre todo desde el PP y sus medios afines, acaba de intervenir el ex presidente González, cuya gestión y figura a menudo echan de menos desde las propias filas de la oposición para el ataque indiscriminado y total contra el presidente Zapatero. Felipe González no tiene duda a la hora de hablar sobre esta situación y proclama que en su muy larga fase de conocimiento y dirección del PSOE, jamás ha podido comprobar tal grado de cohesión y de disciplina interna como el que ahora mismo se viene produciendo. Nunca se ha discutido menos que ahora sobre la dirección del partido como ahora mismo...

   Eso sí, es probable también que nunca una oposición fuera tan beligerante y tuviera tantas ganas como ahora mismo de dar el vuelco en la cima del poder. Algunos sostienen que el PP "ha olido poder", y otros creen que su impaciencia les conduce a políticas incluso incoherentes, como la que ahora mismo practican en el caso Benidorm.  Los socialistas han tenido que recurrir repetidamente a dos afirmaciones tajantes: primera, que los tránsfugas, siguiendo a rajatabla lo que determina el Pacto antitransfuguismo, fueron obligados a abandonar el partido. Y segunda, que Benidorm tiene una vieja historia de transfuguismo y de tránsfugas: fue Eduardo Zaplana el primero en estrenarse en esas prácticas de quitar al antecesor para sentarse él en la dirección del municipio.

   Zaplana inició en ese punto su carrera política, que habría de llevarle a la Comunidad valenciana y al Gobierno de Aznar, sucesivamente. Y curiosamente, en aquel episodio, apareció Rajoy para dar su apoyo al tránsfuga convertido en alcalde de la ciudad turística. ¿Cómo se explica la actitud del PP? No falta quien sospecha que son todos procedimientos para que se olvide de una vez el Caso Gürtel, o el Palma Arena, entre algunas otras corrupciones que siguen proporcionando datos incómodos. El más reciente, la revelación de que varias empresas constructoras valencianas habrían "patrocinado", vía Gürtel, las actividades del PP valenciano durante unos cuantos años, un aspecto de la trama que los jueces valencianos no han querido incorporar a sus investigaciones sobre la presunta implicación del presidente Camps. Rajoy ya ha anunciado su propósito de sacar a relucir en cada sesión de control del Gobierno "los casos de corrupción socialistas". Un debate inagotable, por ambos partidos,  y tal vez educativo e indispensable..