Joan Laporta es uno de esos catalanes que confunde la parte con el todo, lo particular con los general y sus intereses con los de su país.
Gente como Laporta hacen daño a la imagen de Cataluña, pero se la suda porque el fundamentalismo nacionalista lo ciega todo.
El Barça es hoy por hoy el mejor equipo de Europa, tiene los mejores jugadores, los más conjuntados, juegan casi de memoria y hacen puro arte con el balón en los pies.
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El Barça tiene en sus filas a
Messi que es el mejor jugador del mundo, y está dirigido por un entrenador que se ha ganado el respeto y la admiración de propios y extraños tanto por su calidad técnica como por su calidad humana.
El Barça lo tiene casi todo a su favor, sólo le falta que esté a su nivel de grandísimo club su Presidente.
A Laporta le falta el estilo
Guardiola, la clase de Xavi, el talento y la sencillez de Iniesta, la brillantez en el campo de Messi, la capacidad de sacrificio de Pujol, la frialdad de
Valdés, y en general la profesionalidad de esa equipo que lo gana todo.
Laporta es un aprovechado que juega a favor de su ideología y no le importa que muchos aficionados del club que Preside se sientan excluidos por su comportamiento sectario.
En Cataluña hay muchos culés que vibran con su equipo pero que ni son nacionalistas, ni separatistas, ni mucho menos “capullos con pedigrí”.
Por eso insisto en que el Barça tiene la mala suerte de tener en la presidencia del Club a uno de los peores representantes de una entidad de tan alto nivel.
No es de extrañar que ocurran estas cosas cuando se aprovechan las instituciones cívicas para convertirlas en plataformas ideológicas.