Si ha caído usted por casualidad en este diario y por desgracia en esta columna, sepa que normalmente trato temas de actualidad. Si por el contrario me lee usted con relativa asiduidad, no se preocupe, no me pasa nada, simplemente es que hoy me he levantado con ganas de escribir sobre este tema y no he encontrado nada en la actualidad que supere mi interés.
He pasado el fin de semana fuera de mi residencia habitual y al llegar anoche encontré en mi buzón un paquetito que parecía un libro. Hace doce años que soy periodista y durante más de siete (primero en Diario 16 y más tarde en La Voz de Galicia) hice información única y exclusivamente de libros. Aquella costumbre hizo que muchas de las jefas de prensa de las editoriales me sigan teniendo entre sus mailing y me sigan enviando convocatorias. Las leo siempre, sobre todo para estar enterada de qué se va a publicar. Pero rara vez me hago eco y mucho menos en mi columna.
Pero hoy haré un kit kat. La autora del envío ha sido mi muy querida Palmira Márquez, dueña de Dos Passos (comunicación y agencia literaria). Ya con ese nombre se podrán imaginar su amor hacia la buena literatura. Me lo ha enviado a petición mía. Y aviso a navegantes (por si no quieren seguir leyendo) Va de bebés y madres que acaban de serlo.
Si sigues leyendo es que te va el tema. Y si es así, cómprate este libro: La revolución de las madres, Laura Gutman. Editorial Integral. He leído más de un manual para madres y éste se sale. Me dieron las tantas leyéndolo por su manera de explicar las cosas más sencillas de la vida con una lógica aplastante. No tengo hijos, no voy a tenerlos en los próximos meses (al menos que yo sepa) pero me interesan estos temas.
No quiero hacer demagogia pero desde cincuenta años para acá las mujeres hemos ido ganando en terreno laboral pero perdiendo en el que éramos las reinas: la maternidad. Y ojo, no estoy haciendo una apología de volver a la casa. Pero sí de que la sociedad entienda y legisle que cuando una madre comienza la gran aventura de serlo tenga a su disposición unos meses para hacer las cosas bien, con calma, sin prisa, sin estrés. Eso sí sería un avance social y mucho más necesario que otros.
A veces al volver del trabajo, en medio de un atasco veo parques llenos de niños y todos ellos (en su mayoría) están cuidados por mujeres que a leguas no son de su familia, que no son sus madres. Y me pregunto cuántas horas pasarán hasta que sus madres lleguen a casa. Me pregunto si esos niños esa noche se acostarán sin haber pasado al menos un par de horas con sus mamis a las que les confiarán sus secretos y problemas. Me pregunto cuántas madres habrá por ahí con sentimientos de culpabilidad a sus espaldas todo el santo día. Y entonces me doy cuenta de que sí, hemos avanzado mucho las mujeres, la sociedad y la ciencia. Todos hemos ido hacia delante pero todos en diferentes direcciones. Y la naturaleza se ha quedado atrás sin querer entender nada. Por eso puedo imaginar y entender a una supuesta superwoman con un megatrabajo en una reunión de consejo en la empresa que más cotiza en el Ibex 35 no dejando de pensar en su bebé que se ha quedado en casa con 39 de fiebre. Puede tener el trabajo más importante y con mayor responsabilidad del mundo que nada superará su prioridad. Es nuestro hándicap pero es también nuestro mayor logro.
A todas las que me leáis y que seáis madres, aunque hoy no sea el día fechado en el calendario; mi más profunda admiración. Lleváis a cabo una gesta verdadera cada día y parece que nadie os lo agradece.
Me quedo con una frase de la autora: los niños que son amados y amparados son pacientes, comprensivos y respetuosos. Entienden el mundo como lo viven, con amor y dedicación hacia los demás. Curiosa reflexión. Pensémoslo detenidamente y a lo mejor hasta cambiamos de una buena vez el mundo. Y ésa será una verdadera revolución.