Tradicionalmente, quienes dependían exclusivamente del dinero que sus familiares enviaban desde el extranjero solían destinarlo al financiamiento del día a día: comida, medicinas y, si alcanzaba, ropa. Ahora, las cosas parecen estar cambiando y quienes ya tienen esas necesidades cubiertas, piensan en dar el siguiente paso: invertir en educación y una vivienda propia, según un estudio de la consultora Arellano Márketing.
El dinero de las remesas --que proviene de Estados Unidos (53%) y Europa (35%) principalmente-- impulsa el consumo y la demanda interna al tiempo que cubre gastos de alimentación, salud y educación en proporciones que dependen de cada familia.
Sin embargo, el 42% de los encuestados por el estudio de Arellano Márketing dice que, además de alimentación y salud, utiliza estos recursos con fines educativos y un número mayor dice aspirar, en el futuro, a tener una casa propia.
La encuesta, realizada a 1.400 peruanos en siete ciudades de América y Europa, señala además, que es en provincias, y no en Lima, como se podría suponer, donde se destina una proporción mayor de este dinero para solventar estudios superiores.
Ello explicaría en parte, según otro estudio de la misma empresa, la reciente mejora en los niveles de educación en algunas provincias pues, mientras que la fuerza laboral con estudios completos en Lima no pasa del 19% en promedio, en ciudades como Arequipa, Cusco, Cajamarca, Ica Huancayo, Tacna y Piura supera el 20%.
Se espera que para el 2008 las remesas del extranjero lleguen a US.300 millones, es decir un incremento de US0 millones cada año, según las proyecciones, conservadoras en opinión de algunos, del Banco Central de Reserva (BCR).
El impacto de este flujo de liquidez extra en la economía se percibe en varios frentes. El Banco Mundial (BM), por ejemplo, estima que estos ingresos cuentan por el 0,25% del crecimiento de América Latina en su conjunto y, según el BCR, las remesas al Perú en el 2006 representaron casi el 2% del producto bruto interno (PBI).