La entrevista entre el presidente
Zapatero y
Barack Obama se ha convertido en todo un acontecimiento en España. Eso me lleva a pensar que una de las asignaturas pendiente de nuestro país es tener unas relaciones normales con Estados Unidos.
La izquierda española, como la europea, fue antinorteamericana durante los años de la existencia de los dos bloques y en el caso de nuestro país había algunas razones más para que los españoles tuviéramos algo más que suspicacias respecto a los norteamericanos.
Pero más de treinta años de democracia no parecen haber sido suficientes para normalizar las relaciones con Estados Unidos. Naturalmente desde el
.png)
punto de vista formal, las relaciones entre los dos países son correctas y amistosas, pero a la hora de la verdad y dependiendo de las circunstancias pasamos de la animadversión absoluta a un entreguismo vergonzante.
Sólo ha habido dos presidentes que han mantenido una relación ponderada y normal con Estados Unidos,
Adolfo Suárez y
Felipe González. Sin duda, las relaciones de Suárez y González con las Administraciones norteamericanas no fueron fáciles, pero al menos ambos supieron estar en su sitio. Ni pecaron de antinorteamericanismo ni tampoco de entreguismo infantil.
Por ejemplo, durante la etapa de
Aznar, a muchos nos resultaba bochornoso ver como la política exterior de Aznar colocaba a España en una situación subordinada respecto a Estados Unidos. Parecíamos estar a lo que mandara George Bush, sin matices, y así terminamos metidos en la guerra de Iraq.
Ahora gobierna Barack Obama lo que supone un alivio para todo el mundo, no sólo porque es un hombre inteligente y capaz, algo que no se podía decir de Bush, sino porque ha tenido la enorme habilidad de hacer que Estados Unidos deje de ser de la noche a la mañana un país aborrecido y sea un país del que todo el mundo quiere ser amigo.
Obama hace una política de mano tendida que es de agradecer porque al menos parece intentar que el mundo sea un lugar menos violento.
Pero de la misma manera que Aznar sacaba pecho por su amistad con Bush, nuestro presidente Zapatero parece un niño con zapatos nuevos porque Obama le recibe, le sonríe, le da palmaditas en la espalda. De manera que está igual de contento que Aznar estaba de su amistad con
Bush, aunque hay que salvar todas las distancias, que son abismales entre Obama y Bush, naturalmente a favor de Obama.
Pero por favor no sacralicemos al presidente Obama. Es un gobernante que defiende, como debe de ser, los intereses de su país y nosotros debemos de esperar que nuestro presidente defienda los de España, pero sin comportarse como si su cita con Obama fuera con
Angelina Jolie.