A un paso de Lisboa

Sin duda lo que verdaderamente preocupaba a la Unión Europea era el resultado del segundo Referéndum de Irlanda, supuesto que esta vez todos habían desarrollado más y mejor sus funciones, Gobierno Europeo y Gobierno Irlandés incluidos y sobre todo ya no había tanto interés en defender el “no” porque los intereses, y más los monetarios, son cambiantes. Resuelto aquel dilema la pasada semana con un holgado 67,1% de síes, un “sí” mayoritario en 41 de las 43 circunscripciones del país, quedaba la firma de los Presidentes de dos países cuyo “sí” ya ha sido resuelto por vía parlamentaria.

    Consecuentemente con su compromiso, el Presidente de Polonia firmaba el 9 de octubre el Tratado de Lisboa en un acto institucional en el que participaron el Presidente del Ejecutivo Europeo, Barroso, el Presidente de Turno del Consejo, Fredik Reinfeldt, y el Presidente del Parlamento, el excelente Profesor precisamente polaco, Jerzy Buzek. Durante la ceremonia hubo un sobresalto, la tinta de la pluma se había secado y Kaczynski se vio obligado a cambiar de estilográfica para enseñar luego a las cámaras, de modo orgulloso el Tratado firmado manifestando que “el cambio de decisión del pueblo irlandés ha hecho que el Tratado recobre la vida”. Mas pensaría que jamás ningún país europeo ha recibido mayores fondos de cohesión que Polonia mientras que algunos analistas convienen que la firma es ante todo una victoria del Primer Ministro liberal de Polonia, Donald Tusk, con el que Kaczynski mantiene una difícil cohabitación.

Lo que ahora se preguntan los europeos es cuándo firmará el Presidente checo, impulsor a última hora de un recurso del Partido Cívico Democrático ante el Tribunal Constitucional presentado por 17 senadores basado en un supuesto conflicto entre el Tratado y la soberanía checa. Lo que ahora pretende Klaus es la anulación de los Decretos de Benês y que, por tanto, los alemanes expulsados de los Sudetes tras la II Guerra Mundial puedan reclamar las posesiones que entonces perdieron. Triste asunto este de airear temas de la II Guerra Mundial ante la construcción de una cada vez más fuerte Unión Europea nacida ante todo para impedir que haya una tercera guerra entre europeos. El Tribunal Constitucional ha manifestado que fallará en un mes y su Secretario General Tomas Langásek ha dicho que la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea no contradice la Constitución Checa y no contiene ninguna estipulación en cuya base alguien pueda exigir la devolución de bienes que le fueron confiscados hace más de sesenta años. Vaclac Klaus tiene un mes para ir recordando su paso por el hospital de la cárcel de Pankrác en Praga, condenado por un totalitarismo siempre hostil a la construcción europea y no debiera olvidar en sus reflexiones la más conocida frase del triste alegato a su esposa “Cartas a Olga”, según la cual manifestaba “El ser hechizado en mi interior y el que está presente en el mundo se pueden dar la mano en cualquier momento”. Que se den la mano pronto que es lo que le están pidiendo los políticos de su país, el Primer Ministro, Jan Fischer, el Ministro de Exteriores, Stefan Füle, y el líder del Partido Social Demócrata, Jirí Paroubek. El Parlamento checo ya lo hizo y los checos sin duda se lo agradecerán, para eso en democracia su voz es la del Parlamento.