No es posible aún declarar al Ecuador como patria libre de analfabetismo y suena retórica la declaración de "Patria alfabetizada". Las cifras reales de las tasas de analfabetismo se conocerán cuando se realice el nuevo censo de población o se halle lista y disponible la Encuesta de Hogares 2009, de acuerdo a la versión de uno de los investigadores de la Flacso, sobre cuyo trabajo de proyección apareció la cifra del 2,7% que, según expresa aclaración en el estudio, no debe ser utilizada como índice nacional de analfabetismo. Este es del 7%, de acuerdo con la Encuesta de Hogares de 2008.
Es decir, todavía no se consigue que sea menor al 4%, el umbral para considerar un país libre de analfabetismo. Por supuesto, es justo celebrar el esfuerzo alfabetizador desplegado sobre todo en los dos últimos años y proseguir en ese logro nacional. Puesto que el analfabetismo representa una crónica lacra del país, en tema tan sensible la mejor celebración no es la publicitaria, sino la persistencia en el objetivo de doblegar el analfabetismo.
La destreza para descifrar los signos del lenguaje escrito es solo un primer paso para procesos educativos más complejos, como proseguir hacia la comprensión del texto escrito y la capacitación para la lectura. Las condiciones tan dispares y complejas de la sociedad ecuatoriana generan enormes diferencias y, en muchas ocasiones, los promedios nacionales suelen ser engañosos: no obstante, el índice promedio del 7% puede ser una ayuda para localizar zonas, suburbanas y sobre todo rurales, en donde se registran tasas sobre ese promedio. En ellas se deberán volcar los esfuerzos alfabatizadores.
La meta que se ha fijado el Ministerio de Educación es ambiciosa: que para 2012 la población mayor de 15 años con rezago escolar complete los 10 años de escolaridad; pero es un objetivo que debería concentrar todos los esfuerzos de las autoridades y de la sociedad y contar con los recursos humanos y técnicos y el debido financiamiento.
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