¿Crispar o no crispar? He ahí el dilema, podríamos decir parafraseando al Hamlet shakesperiano. ¿Crispa Conthe, el todavía mandamás de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la supuestamente crispada vida pública española con el anuncio de su vedetesca dimisión a cámara y plazo fijos? Pues, la verdad, ni sí, ni no, sino todo lo contrario. El Partido Popular, por descontado se ha encontrado con una inesperada arma para añadir a su arsenal de acoso y derribo al Gobierno. Por el contrario, el Gobierno no contaba con tener en su órbita a un pintoresco chico díscolo, con hambre y ansia de bambalinas, cañones de luz y emplumada apoteosis final a lo Norma Duval.
El buenazo de Pedro Solbes, sin demasiada convicción, hablaba hoy, al aznaresco modo, de la obviedad de ceñirse a las causas y concausas (no tan regladas, don Pedro) de la dimisión de Conthe y de su deseo de explicarlas ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados. Mientras, la opinión publicada se divide en función de los intereses de sus cabeceras mediáticas. Y la ciudadanía, con cara de no comerse ni una OPA, pasa olímpicamente de la cuestión.
Bien que hace(mos).
Manuel Conthe ha dado la espantá de la misma forma que el retirado Curro Romero la realizaba ante un toro que le había mirado mal. Llevaba más razón, no obstante el segundo –le iba la vida en ello—que el primero. O sea, Conthe de vedette estrella (y estrellable) y el Gobierno, pillado en bragas. Dentro de todo, como muy normal. Si al Gobierno no le sonaron las alarmas ante alguna de las excentricidades de Conthe (lo de la censura previa periodística más que de aurora boreal fue de noche cerrada) poco puede hacer ahora salvo ejercer su derecho al pataleo y poner mediáticamente a caldo a quien, cinco minutos antes, ha hecho lo propio.
En suma, que termine el arrevistado sainete y a otra OPA. Por favor, claro.
Si (
No(
