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Pobre madre naturaleza

lunes 09 de noviembre de 2009, 04:29h

El viejo científico de Princeton, Freeman Dyson, escéptico por naturaleza, abomina la idea de que nosotros los hombres (y las mujeres) no formemos parte de la naturaleza. Afirma que la opinión se divide en dos bandos: el de los que piensan que la naturaleza es primero, encima de todo y que “toda gran perturbación humana del equilibrio ecológico es un crimen”; y el de los que llama “humanistas”, que piensan, como él, que primero es la lucha contra la guerra, la pobreza y la desigualdad. Afirma que la noción de equilibrio ecológico es errónea porque “la vida se adapta sin cesar”; se indigna: “No debemos excusarnos de ser humanos, debemos y lo hemos hecho siempre, modificar la naturaleza para sobrevivir en una naturaleza de la cual somos parte activa”.
No vayan a pensar que es un ciego reaccionario: “Vivimos en un planeta frágil que nuestra falta de visión a largo plazo está transformando en favela”. Palabras de este físico que fue amigo de Einstein y de Niels Bohr.

Perturba nuestra buena conciencia “verde” cuando declara que “es totalmente cierto que los ecologistas son en regla general hombres y mujeres que no tienen nunca que preocuparse para pagar su cuenta en la tienda de abarrotes. La transición de las poblaciones de China e India de la pobreza a la prosperidad de las clases medias sería la mayor victoria del siglo XXI. Pero no será posible sin el carbón”. Conoce los contaminantes que contiene el humo de carbón, pero afirma que pueden reducirse de manera considerable, a un costo no muy elevado, con depuradores.

Hay que escucharlo cuando señala que transformamos nuestro “planeta frágil” en “cartolandia”, barriada perdida, loza de concreto. La destrucción innecesaria de los bosques tiene tantas consecuencias sobre el clima, la extinción de las especies, la erosión y la desertificación que la defensa de la selva debería ser una prioridad. La causa principal de la extinción de las especies (la cual es parte de la vida, pero no a tal escala y velocidad) es precisamente el cambio en el uso de la tierra, la conversión del bosque en tierras de cultivo, de pastoreo, de urbanización.

Brasil y México se encuentran tristemente hermanados en la destrucción del bosque, pero Asia toda, África y América Latina se encuentran en la misma situación. La prestigiosa revista Science dedicó gran parte de su número del 13 de junio del 2008 al futuro de los bosques y a su relación con el cambio climático. ¡Ojalá y lo lean los que pueden tomar decisiones importantes, tanto para bien como para mal! Es mucho lo que se puede hacer, si existen la conciencia y la voluntad de hacerlo.

Los bosques, nuestros hermanos los árboles, como diría el pobrecillo de Asís, han tenido una influencia constante en la evolución de la vida en la Tierra y siguen procurando importantes aportaciones al medio físico, en especial al clima.

En el tiempo presente, los bosques del mundo sufren unos cambios sin precedente causados directa o indirectamente por las actividades humanas. Por lo mismo son tan importantes los estudios forestales que demuestran que el clima y el bosque están estrechamente conectados por procesos físicos, químicos y biológicos que afectan el ciclo del carbono y del agua, la composición de la atmósfera, el flujo de energía solar y de calor, en una palabra la vida en la Tierra.

Todo es posible, lo peor (que se está dando ahora a escala mayor) y lo mejor (que existe ya y debe propugnarse), tanto la deforestación salvaje, legal e ilegal, incontrolada y planificada, industrial e individual, a golpe de machetes o de bulldozers, de incendios agrícolas o especulativos, como la reforestación inteligente que permite restaurar el ecosistema hasta en las tierras más degradadas. Cambios en la propiedad y la gestión de los bosques e incentivos a la silvicultura inteligente pueden tener efectos radicalmente positivos.

El futuro de los bosques amazónicos es un reto mayor tanto para Brasil como para América y la Tierra toda. Por desgracia, el gobierno del presidente Lula da Silva, que se ha granjeado tantos éxitos en muchos capítulos, no ha podido frenar la devastación de la selva, perpetrada por ricos y pobres, modernos y arcaicos.

Tampoco es muy convincente su proyecto de reforma agraria en las Amazonas, proyecto que ha provocado la renuncia de su principal colaboradora en ese campo. El envite es mayor si uno piensa que la selva amazónica, a veces presentada como el pulmón del mundo, cubre una vez y media la superficie de India, pero pierde cada día grandes espacios.

Lo que pasa en Brasil pasa en México, a la escala nuestra. No lo olviden.

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Profesor investigador del CIDE

Opinión extraída del Periódico El Universal 08/11/2009

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