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Los grandes retos de Iberoamérica

martes 24 de noviembre de 2009, 04:33h

Que la XIX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se celebre del 29 de noviembre al 1 de diciembre en la ciudad portuguesa de Estoril significa, de entrada, que esta reunión de altísimo nivel ya ha alcanzado un nivel de madurez y de relevancia que pocos imaginábamos hace 19 años.
Nuestra Comunidad Iberoamericana —19 países latinoamericanos más España, Portugal y Andorra— comparte valores, tradiciones e historia, pero, también migraciones, inversiones, turismo y respeto a nuestro origen mestizo de pueblos originarios, afrodescendientes e ibéricos.

Para entrar de lleno en materia, quiero referirme a las repercusiones generales de la crisis en América Latina, a por qué la Cumbre ha elegido como tema central “La innovación y el conocimiento”, y a cómo Iberoamérica enfrenta los desafíos que nos plantea la crisis.


Todos sabemos lo que significa esta crisis global profunda y sobre quién recae la responsabilidad. Sin embargo, la reacción mundial —de los gobiernos, de los bancos centrales, de las tesorerías— ha sido rápida y eficaz. Quizá por eso hoy vemos brotes verdes que nos dan mucha esperanza. Estamos, en definitiva, cada quien a su ritmo, saliendo de la crisis.

Pero nos quedan los problemas del desempleo, de la fiscalidad y del endeudamiento.

En América Latina sufrimos la caída de las materias primas y tuvimos un problema muy serio con la contracción de las remesas y del turismo. Pero, a pesar de todo, la región, en su conjunto, capeó bien el temporal. Y lo hemos sabido hacer porque hemos aprendido a manejar la economía; a acumular reservas; a reforzar nuestro sistema bancario.

Éste es, en suma, el panorama: problemas globales a nivel internacional y problemas locales en una región que ha mejorado su capacidad de defensa pero que tiene que hacer más y mejores deberes de los que ha venido haciendo.

Este año, Portugal tuvo la excelente idea de proponer que los gobiernos discutan en la Cumbre Iberoamericana el tema de la innovación y el conocimiento.


Si algo sabemos con certeza es que el mundo que viene no será como el que dejamos. Está en marcha un nuevo modelo económico, relacionado, en primer lugar, con la consolidación de las economías emergentes. Hoy día, ningún país del mundo, por fuerte que sea, puede por sí solo resolver los fuertes desequilibrios internacionales o regir las finanzas internacionales. Los países desarrollados tienen que compartir hoy la mesa con los nuevos estados emergentes: China, India, Brasil, México, Rusia… Eso significa que el poder económico mundial va a ser mucho más compartido de lo que lo fue nunca.

Este escenario exigirá una altísima capacidad de competencia que requerirá una mayor productividad. Pienso también que tendremos una mayor presencia de políticas públicas. Si es así, debemos dotarnos de un mejor Estado, porque el que tenemos, y estoy hablando de nuestra región, no resulta suficiente para la buena gestión de la economía.

Y creo además que debemos crear un nuevo modelo de negocio. Aquí es donde aparece el tema de la innovación. Yo hablaría de innovación para la creación de una nueva estructura financiera internacional y para proporcionar a las economías competitividad con el fin de adaptarse al mundo que viene.


El mundo debe avanzar hacia un orden internacional que reconozca el peso relativo de los países emergentes, que cree nuevos sistemas regulatorios y de supervisión; que fortalezca el Fondo Monetario Internacional y que refuerce a los bancos de desarrollo: estoy pensando en el BID y en el Banco Mundial.

La primera innovación va por ese camino: el de la construcción de los procesos económicos internacionales. La segunda se refiere a los modelos de desarrollo. Si miramos para atrás, ¿sobre qué ha reposado el modelo en América Latina? Sobre materias primas baratas y mano de obra barata. Eso ha dado lugar a un crecimiento económico, pero no de alta calidad; el crecimiento de alta calidad se produce si somos capaces de sumar a las materias primas abundantes y a la mano de obra abundante una mayor cualificación del trabajo, una mayor competitividad. Hay que innovar en el sentido de efectuar cambios de procedimientos, de estructuras empresariales, de modelos de organización, de formas de abordar el comercio internacional… En fin, un concepto global de innovación, que incluye innovar en el sistema de la gestión pública. Hay que introducir nuevos criterios para la asignación de los recursos en materia de salud o de educación. La innovación entendida como un cambio, apoyado en el conocimiento, en la manera de hacer las cosas. Por eso la Cumbre trata de innovación y conocimiento.

Creo que América Latina tiene ante sí una gran oportunidad de llevar adelante un cambio profundo y conseguir un papel relevante en el panorama internacional.

El ingreso de Asia al comercio mundial nos ha transformado el escenario a todos, pero muy particularmente a América Latina. Somos países productores de alimentos, poseemos el 15% de las tierras fértiles del mundo, somos productores muy importantes de todo tipo de energía, tenemos metales, albergamos el 35% del agua potable del mundo… Cuando hablamos de América Latina y la península ibérica nos referimos a un PIB similar al 40% del de Estados Unidos. De modo que Iberoamérica cuenta hoy con un poder económico y un mercado interno considerables. Creo que estamos ante una magnífica oportunidad, y eso nos obliga a pensar en cómo la aprovechamos. Hay deberes pendientes en América Latina. Ya mencioné uno, que es la reforma del Estado. Tenemos también el reto de la formación: incorporar el conocimiento al proceso productivo y dar a las pequeñas y medianas empresas la oportunidad de mejorar su productividad. Asimismo, debemos aprovechar un elemento dinámico en Iberoamérica: las empresas multilatinas. Es importante reconocer la capacidad que han adquirido las empresas iberoamericanas para organizarse y jugar un papel significativo en la economía internacional.

En América Latina tenemos que afrontar muchos problemas, pero la oportunidad está ahí, presente. Iberoamérica debe ser consciente de que es una comunidad con un enorme potencial y de que, en el mundo que viene, los países que la conforman cuentan con un marco para poder actuar juntos. Espero que no perdamos la oportunidad y que la Cumbre de Estoril nos brinde la ocasión para reflexionar y poner en marcha un auténtico proceso de innovación en nuestras naciones.


Secretario general iberoamericano

Opinión extraída del Periódico El Universal 23/11/2009

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