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¿Qué es lo que se critica?

jueves 26 de noviembre de 2009, 09:17h

Cumplido el trámite parlamentario de la sesión sobre el secuestro del Alakrana, los parroquianos volvemos a experimentar la sensación de que los fuegos de artificio del Congreso no sirven para nada. A parte de comprobar que Soraya Sáez de Santamaría está encantada de haberse conocido, lo cual sin duda es bueno para su autoestima, pocas enseñanzas sacamos de todo esto; y las que sacamos obedecen más a un ejercicio elemental del sentido común que a la información y a la reflexión honesta que se nos debe.

¿Quién ha pagado el rescate? El gobierno niega que el desgraciado incidente haya mermado ni un euro las arcas del Estado. Y ¿por qué nadie nos dice quien ha pagado? ¿Qué importancia estratégica puede tener que no lo sepamos? ¿Ha sido el armador o su compañía de seguros? Eso sería lo lógico ¿no? Al fin y al cabo él ordenó al barco faenar fuera de los límites de la zona de seguridad. ¿Qué lo hizo así porque allí es donde hay pesca? Vale, pero ese es otro tema.

Ahora nada impide que los dos secuestradores detenidos sean juzgados y encarcelados en España. ¿Qué la Armada debió retenerlos en sus bodegas y callarse la boca para usarlos en negociaciones secretas? ¿Qué a veces extremar las garantías es pecar de ingenuo y que lo óptimo es enemigo de lo bueno? Pues puede ser pero, insisto, es que aunque se nos dijo muchas veces que los detenidos formaban parte irrenunciable de la negociación, ahora resulta que una vez soltada la pasta, nadie en su fallido país se acuerda de ellos. Importan un carajo, como era de esperar.

¿Y qué pasó tras entregar el precio del rescate? El Alakrana estaba en ese momento a 1,7 millas marinas de la costa, o sea a unos tres kilómetros. Las fragatas españolas mantenían una distancia prudencial de otro tanto respecto del pesquero. Normal ¿no? En aquellas circunstancias no iban a estar amarradas al pesquero agobiando a los piratas. Cuando los filibusteros abandonan a toda velocidad, un helicóptero se acerca para proteger a los pescadores y al buque y otro los persigue: dispara para intimidarlos y luego trata de inutilizar el motor de la lancha; cuestión de unos pocos minutos. ¿Cuál es el reproche? ¿Que el tirador tubo mala puntería y era exigible que no fallara aún cuando disparaba sobre una barca que pegaba botes sobre las olas y desde un helicóptero en movimiento? ¿Que hubiera preferido el PP? ¿Qué borraran del mapa a los piratas de un pepinazo? ¿Para qué? ¿Justicia divina?

A veces, para defender el derecho hay que hacer uso de la fuerza, dijo la señora Santamaría en el Congreso. ¿Y eso, además de ser una bonita frase que todo el mundo está dispuesto a admitir, que demonios significa en este caso? ¿Qué Trillo, el héroe de Perejil, lo hubiera hecho mejor: la del alba sería, con mar calma y cielos que presagiaban la victoria cuando las tropas españolas…y bla,bla, bla?

Parece que el resultado contara menos que los trámites. El secuestro del Alakrana se ha resuelto con los pescadores vivos y en un razonable buen estado dadas las circunstancias; y el barco ya faena de nuevo. Más allá de una evidente desatención inicial a los familiares por parte del Gobierno. ¿Qué es lo que hay que criticar? ¿De verdad piensa alguien que todo el proceso debió hacerse con luz y taquígrafos? ¿Que el Gobierno debía haber tenido al corriente a la oposición de cada paso que se daba? ¿Por qué, si era su exclusiva responsabilidad?¿Es que no han visto películas de espías?

En este frenesí de desgaste al Gobierno se mezcla todo. El problema de los caladeros es un asunto previo y distinto. El de las reglas de la operación Atalanta también. Y hay foros para discutir esas cosas. Pero si alguien tiene un manual sobre cómo actuar en casos semejantes, debería compartirlo. Sería un detalle.
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