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Otra visión del caso Haidar

Otra visión del caso Haidar

martes 08 de diciembre de 2009, 12:26h
El caso de la activista saharaui Haidar tiene muchas facetas que no pueden ser ignoradas a la hora de penetrar en la enrevesada gestión de la crisis abierta por la huelga de hambre de esta mujer saharaui. Conviene advertir que no se trata de una cuestión abordable en términos de polémica ideológica derechas/izquierdas. El hacerlo sería una simpleza y un insulto a la inteligencia y a la memoria histórica. Debemos recordar que España –por razones justificadas, es cierto– no estuvo a la altura de sus obligaciones históricas cuando, de tan mala manera, entregó el Sahara español, y lo que es peor, a sus habitantes, a la despótica voracidad de un régimen tan poco o nada democrático como era entonces el de Marruecos.

Militares que participaron en aquella entrega, nada sospechosos de izquierdistas ni socialistas, no han superado jamás la vergüenza que les produjo una actuación que entregaba un pueblo instruido y amigo a un régimen despótico y casi medieval, afortunadamente hoy muy positivamente evolucionado, incluso transformado. Que el independentismo saharaui haya evolucionado después hacia un posible radicalismo izquierdista tiene no poco de consecuencia de aquella desafortunada decisión del Gobierno español de entonces, en circunstancias que dejaban pocos márgenes de maniobra. Cierto que el actual régimen de Rabat, con el que tan confortablemente unido se siente el ministro Moratinos, es ya bastante distinto al de entonces.

¿O es que hay algo más que no quieren que sepamos y que tendría que ver no ya con el Sahara Occidental, ni siquiera con Marruecos, sino con sucesos, marginales pero interesantes, de la historia reciente de nuestro país? Algún día, cuando sea posible hacerlo, habrá que investigar a fondo determinadas raras amistades y todas las facetas, incluso económicas, de las mismas. España tiene un enemigo esencial, que se llama Al Quaeda, y que se nutre no sólo de ese horror, tan cercano en lo esencial al nazismo, que es el fundamentalismo islámico, sino también de conexiones económicas y financieras que Estados Unidos investiga y que no es descartable que acaben por darnos algunas sorpresas.

En la crisis de ahora mismo, está claro que lo fundamental es, primero, preservar la vida de la saharaui Haidar y conseguir devolverla sana y salva a su tierra, y en segundo lugar, tomar una decisión clara y definitiva, consensuada por todas las fuerzas políticas, sobre la actitud definitiva de nuestro país en relación con el antiguo Sahara español, reclamando un estatus mínimamente democrático para los saharauis, incluso si, como es probable, tienen que permanecer dentro de Marruecos. Claro que todo esto puede ser demasiado para las posibilidades y compromisos del actual Gobierno, pero al menos, en todo o en parte, debiera intentarse. La huelga de hambre de la activista Haidar, y el lugar en que está teniendo lugar, no son anécdotas, sino que se acercan políticamente a categoría.
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