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Fraga, Pujol Arzallus: Tres hombres y un destino

Fraga, Pujol Arzallus: Tres hombres y un destino

viernes 18 de diciembre de 2009, 20:04h
Cada uno de ellos representa una forma de entender España como razón de ser o como problema, pero pasados los años, cuando superan los ochenta o están a punto de alcanzar esa edad, sus opiniones no son siempre tomadas en consideración por los de su propio partido, aunque ellos no se privan de decir lo que les viene en gana.

El destino de estos tres hombres es vivir para ver como aquello por lo que lucharon al final es distinto a cómo lo habían imaginado.

Estamos en la etapa en la que ser joven es un valor supuesto y no demostrado, aunque Zapatero haya mandado a hacer calceta o a jugar a la petanca a quienes fueron los pesos pesados del partido cuando él no era ni siquiera diputado, pero en el resto de las formaciones políticas no hay quien se jubile por más Expedientes de Regulación de Empleo que se hagan, y he decir que me parece muy bien, porque el valor de las ideas no se deteriora con el paso de los años.

Tres personajes que fueron referentes desde el principio de la transición, Manuel Fraga, Jordi Pujol  y Xavier Arzallus, siguen siendo voces, con frecuencia discordantes, de lo que pasa hoy en nuestro panorama político.
Curiosamente el único de los tres que está en activo es el fundador de Alianza Popular, el catedrático Manuel Fraga Iribarne, que acude tempranero a su escaño de senador y a cuantas reuniones de dirección que  convoca su partido y, aunque con los años ha convertido en un jeroglífico lo que dice porque lo pronuncia rápido y confuso, se le entiende todo.

Si no fuera quién es ni representara lo que representa ya le habrían dado un toque por decir lo que dice, pero lo cierto es que sus críticas a Esperanza Aguirre propugnando una gestora en Madrid, o a Francisco Camps, diciendo que no le parece de fiar, o a quien se tercie, reflejan una forma de entender la política de partido que hoy no se lleva en el PP.

Tal vez por aquello de que es el padre de la criatura se permite ser crítico a cualquier hora del día o de la tarde, porque a sus ochenta y siete años mantiene la costumbre de irse a la cama antes de las 12. En el PP de hoy no hay quien le dé la réplica, unos por respeto y otros porque saben que no serviría de nada llevarle la contraria. Hay ciertas edades en las que uno se lo puede permitir todo porque se la sopla todo.

Jordi Pujol, médico no ejerciente, también es fundador de un partido (Convergencia democrática de Cataluña) que comenzó siendo clandestino en 1974 cuando aún vivía el general del Ferrol que murió un año más tarde. Como Fraga habla varios idiomas y como Fraga, aunque a veces pronuncia obtusamente las palabras, se le entiende todo.

El muy honorable ex Presidente de la Generalitat hace como que se resiste a intervenir en la política activa pero cuando, según su criterio, “toca hablar de algo”, no se priva de darle un capón a su sucesor Arthur Mas o al mismo tribunal constitucional del que ha afirmado que “es el corazón de la democracia, pero es un corazón que está enfermo”.

Le duele al hombre que confundió Cataluña consigo mismo y con su gobierno que haya alguna instancia que se atreva a tocar una coma del estatuto de autonomía, aunque al mismo tiempo le viene a la memoria su etapa de “hombre de estado” y afirma que si hubiera alguna modificación se conformaría con el derecho al pataleo: “la acataremos, porque si no nos enviarán la Guardia Civil. Hace muchos años que acatamos cosas. Lo que pasa es que no estaremos de acuerdo y lo diremos y, además, les increparemos".

Es bueno que en estos momentos haya en Cataluña alguien “de los de antes” para afrontar con responsabilidad la sentencia sobre el estatuto, porque si hemos de fiarnos de los Montilla, los Carod, los Saura o los Mas, ni con la Guardia Civil se arregla esto porque todos ellos pugnan entre sí para ver quien pesca más votos en la radicalidad.

Xavier Arzallus, ex jesuita que habla alemán, empezó a perder poder antes de que lo perdiera su partido cuando Paxti López fue investido lendakari, y desde entonces solo se le ha visto y oído cuando ha habido que defender a quienes están más cercanos a Batasuna o al nacionalismo  más radical y cercano a ETA.

En eso no se aleja mucho de sus orígenes eclesiásticos ya que mantiene las mismas tesis que los obispos de Euskadi que son católicos y nacionalistas, antes que apostólicos y romanos.

Una de las últimas perlas de Xavier Arzallus ha sido señalar que el ministro del Interior de España Alfredo Pérez Rubalcaba y su homologo en el gobierno vasco Rodolfo Ares “son el enemigo directo del pueblo vasco”.

A estas alturas a nadie extraña que el que fuera máximo dirigente del PNV sostenga que detener etarras y perseguir a kale borroka y a quienes desde la ilegalizada Batasuna presionan y chantajean a los no nacionalistas, es perseguir al pueblo vasco. Envolverse en la ikurriña es la única respuesta que conocen cuando no se les da la razón.

Seguramente la voz que menos se eche en falta cuando ya no suene será la de Xavier Arzallus. La de los otros dos personajes políticos a los que nos hemos referido en esta crónica es no pocas veces estridente, pero no son dudosas a la hora de saber si están situados en la condena, en la tolerancia o en la complicidad con quienes no creen en la democracia porque solo creen en las armas.
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