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Los toros

Los toros

sábado 19 de diciembre de 2009, 13:04h
Según no pocos opinadores profesionales, lo que ha pasado en el Parlamento catalán en relación con la eventualidad de suprimir las corridas de toros es un ataque a lo español. Habrá quien se lo haya planteado así (dentro de las filas del nacionalismo de butifarra y barretina, digo) pero, desde luego si yo, que soy de la tierra del ronquío y, por tanto, tan nacionalista o tan español como puedan serlo las aceitunas, tuviera que defender mi españolidad, ensalzando la imagen de un tipo vestido con un traje ridículo, cara de bruto y lanza en ristre frente a la fiera acorralada, estaría tonto de baba.

A lo mejor resulta que entre esas huestes independentistas hay gente que de verdad cree que no se puede seguir maltratando animales so pretexto de que se trata de una tradición cultural y todo eso.

“Si no hubiera lidia no habría toros bravos” dicen algunos bienintencionados que tratan de darle la vuelta al argumento para aparecer como singulares protectores de la diversidad de las especies. Como al morlaco no se le puede preguntar, no podemos saber si preferiría extinguirse antes que sufrir en la plaza.

Hay, por lo demás, un interesante catálogo de argumentos cuando se discute sobre el tema que esgrime los padecimientos de los pollos enjaulados para engordar a toda velocidad, los de los cerdos, terneras y corderos en los mataderos y, en el clímax de la argumentación, la cabra que tiran desde el campanario (aunque creo que ya le ponen red) o en ganso que descabezan los mozos colgándose de su cuello. Toda una escuela de pensamiento que explica, por supuesto, por qué putear a un toro es, comparativamente, mucho más noble.

He llegado a oír y leer estos días que se está atacando la libertad y que si en Cataluña se prohíben las corridas, pasará como cuando entonces, que la gente se iba a ver tetas a Perpignan porque aquí un sujeto que iba mucho a los toros con su señora de mantilla y pulserones, censuraba culetes y pezones en nombre de la moral tradicional del pueblo español. Me ha dado penita ver reportajes sobre escuelas de tauromaquia en los que los aspirantes a matadores (joder con la palabrita) temían por su futuro: ya saben, como los albañiles, los temporeros del campo o los abogados, ingenieros y periodistas apalancados en casa de sus padres hasta pasada la treintena; lo mismito.

Tradición, cultura, arte. Pues anda que el ser humano no ha cometido y comete tropelías en nombre de tan elevados conceptos. ¿Que esto de los toros lo mismo es de derechas que de izquierdas? Pues si, igual que hay maltratadotes de mujeres de uno u otro signo, curas pederastas o pingüinos en la Antártica. ¿Qué tiene mucho mérito el torero?

Sí, es este un debate que divide mucho a los españoles. Por cierto, nada a los chinos (o a los italianos, por mencionar gentes a los que nos parecemos más) Debemos ser nosotros de otra pasta.

De todos modos, quien se opone a la lidia (a parte de los malvados catalanistas) suele argumentar por sobre todas las cosas que el animal sufre para deleite de los aficionados y eso es una actitud bárbara. Todavía no he escuchado a los taurinos admitir que, puesto que el animal tiene sistema nervioso, en efecto las pasa canutas…pero, qué le vamos a hacer. Ole.
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