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Ramón Irigoyen traduce espléndidamente a Esquilo

Ramón Irigoyen traduce espléndidamente a Esquilo

martes 22 de diciembre de 2009, 14:24h
 

            La editorial Debolsillo, en su colección Clásica, ha publicado recientemente la obra de Esquilo Prometeo encadenado. Se trata de una edición bilingüe griego-español, de cuya introducción, traducción y notas es autor el escritor y traductor Ramón Irigoyen. La obra se cierra con un epílogo de Jordi Balló y Xavier Pérez, titulado “El poder de la conciencia”, en el que ambos profesores de Comunicación audiovisual hacen un lúcido y exhaustivo análisis de la figura arquetípica de Prometeo y de su proyección a lo largo de la historia, tanto en la literatura como en el cine.

            En la introducción que precede a la traducción, Irigoyen, con el humor al que ya nos tiene acostumbrados, nos ofrece datos muy oportunos del autor de esta tragedia, del contexto en el que fue escrita y el debate sobre su autoría suscitado entre los especialistas. Continúa con una sucinta exposición de la figura del personaje y su significado, mechando este análisis de ingeniosas referencias a la actualidad. Termina la introducción dándonos cuentas de la edición griega en la que ha basado su traducción. A saber, la de Herbert Weir Smyth, publicada por Harvard University Press en su Loeb Classical Library. El traductor confiesa que no ha tenido un motivo especial para elegir esta edición, porque en sus objetivos ha prevalecido por encima de otras consideraciones la traducción al castellano.

            En nuestra opinión ha hecho muy bien Irigoyen en centrar sus esfuerzos en la traducción, ateniéndose, además, a dos principios: la extrema fidelidad al original y el empleo del verso libre, lo cual revela un gran respeto por su parte a la tragedia griega y al lector español. Hemos de decir que el profundo dominio de Irigoyen del castellano y del griego (clásico y moderno) y su destreza en el manejo del verso libre, esto, y no los dioses, la Moira o las Musas, lo han premiado con el excelente y apetitoso fruto que ahora puede saborear el lector español.

            En efecto, la traducción de Irigoyen es de una fidelidad al original griego casi insultante, sin que ello suponga menoscabo alguno del empleo de un bello, elegante y poético lenguaje castellano. De otra parte, Ramón sabe combinar con maestría la solemnidad de la lengua esquilea con la sencillez de un castellano asequible, inteligible, ágil, fresco y preciso, cosa que no es frecuente encontrar en las eruditas e ininteligibles traducciones de muchos helenistas de supuesto prestigio.

            El dominio del verso libre, la fórmula más adecuada de reflejar un texto que en el original es verso y no prosa, añaden a la belleza del lenguaje un disfrute estético para la vista y el oído, pues nos permite recrearnos en la musicalidad de las palabras. Claro que este recurso de trasladar al castellano el ritmo y la música del drama griego antiguo, además de no reflejar el verso griego –objeción que por motivos inconfesables, le haría algún erudito conocedor de la métrica griega–, por encima de hipocresías y justificaciones, tiene otro inconveniente mucho más real y más grave: la extrema dificultad de traducir en verso libre, como el propio Irigoyen confiesa, por no decir que no todo el mundo es capaz de utilizarlo.

            Pasamos por alto amplios comentarios sobre las notas que acompañan a la traducción. Baste decir que son sucintas, precisas y ajustadas; ni más ni menos de las que un lector profano necesita.

            Finalmente, consideramos un gran acierto el que esta traducción cuente con el epílogo de los profesores Balló y Pérez. En él, tras completar y ampliar algunos pormenores de la obra, no desarrollados voluntariamente en la introducción, se analiza su trama, su significado más profundo, el contrapunto que al protagonista añade la figura de Io, y el papel que el coro juega en esta tragedia, desde luego, mucho más secundario que en las otras obras conservadas de Esquilo.

            La última parte del epílogo está centrada en el análisis de lo que significa Prometeo como arquetipo mítico, sus antecedentes, su funcionalidad y su utilización por la literatura y el cine. La versatilidad del mito griego ha servido, ya desde la Antigüedad misma, para iluminar o ensombrecer diferentes potencialidades del Titán, en función de los intereses de cada autor o cada época histórica. Así por ejemplo, por decirlo en palabras de los propios autores del epílogo, “el antiguo Titán rebelde de Hesíodo y el filántropo abnegado de Esquilo, dan paso a la visión contemporánea de Prometeo como creador de vida artificial que tan asiduamente ha tratado la mitología del cine y que la evolución del mundo occidental convierte en metáfora de los anhelos biotecnológicos de la contemporaneidad”.

            Para justificar sus afirmaciones, los profesores Balló y Pérez nos llevan de la mano por una dilatada senda de ejemplos cinematográficos, senda que ellos tienen bien trillaba.

            En fin, no nos resta más que felicitar a Ramón Irigoyen y a la editorial Debolsillo por brindarnos la oportunidad de disfrutar con la lectura de una obra magistral, en una no menos magistral traducción, adobada con reflexiones que nos permiten trascender más allá del placer de los sentidos.

  Esquilo, Prometeo encadenado. Traducción, introducción y notas de Ramón Irigoyen. Epílogo de Jordi Balló y Xavier Pérez. Debolsillo. Clásica, 2009, 158 pp. ISBN 978-84-9908-061-1.
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