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Las malas herencias

Las malas herencias

lunes 04 de enero de 2010, 21:59h

Una de las pocas -y, en este caso, lamentable- herencias de los Gobiernos llamados de izquierda en América Latina en el siglo XXI del pensamiento de izquierda del siglo pasado es su desprecio a las democracias liberales. Norberto Bobbio, por decirlo de otra manera, el célebre jurista y filósofo, defensor de la democracia liberal, nunca pasó por las discusiones de los teóricos y dirigentes de izquierda en América Latina.

En los años sesenta y setenta del siglo pasado, la democracia era para estos teóricos y dirigentes una forma ideológica de control del sistema, una manipulación en último término y, por tanto, un arma que se podría utilizar contra quienes tenían el dominio de la misma. Para este pensamiento de izquierda, las sociedades estaban divididas en función de sus intereses en "buenos" o "malos", léase revolucionarios o contrarrevolucionarios. Podría haber ciudadanos que creyesen en la buena democracia pero, tarde o temprano, tendrían que tomar partido, a favor o en contra de la revolución. Mucho se ha hablado y escrito sobre la visión religiosa y mesiánica que soporta a este pensamiento. Mucho también sobre la fascinación que ejerce el ejercicio del poder y que produce dictaduras de la peor calaña.

Para esa visión de izquierda del siglo pasado, los medios de comunicación son enemigos por antonomasia de la revolución. Todo su ejercicio, incluso las críticas al mismo, está en defensa del orden establecido. No dejan expresarse a esa entelequia llamada "pueblo", sino solo a las voces de quienes controlan el país. En el fondo, no puede venir nada bueno de quien no está alineado con la revolución y con lo que se llame revolución.

Los medios de comunicación a lo máximo que podrían llegar es a plantear reformas, no revoluciones. Y reformista era un insulto en la radicalizada América Latina de los años sesenta y setenta, cuando no cabía esperar más tiempo porque llegaba, apocalíptica, la revolución.

Ninguna herencia se trasmite intocada ni los herederos son necesariamente los sucesores de aquello que dicen pretender heredar. El odio a los medios de comunicación está mezclado en los socialismos del siglo XXI con visiones eclécticas de racionalidad dudosa en la que coexisten terminologías teóricas con simplificaciones panfletarias y, por supuesto, anuncios de conspiraciones por doquier.

Lo sucedido la semana pasada con Teleamazonas forma parte de este ataque a la democracia liberal. Puede apelarse a los justificativos que se quieran que nunca estarán a la altura de los valores fundamentales de la democracia, amparados en la Constitución Política y en los tratados internacionales, como señalara la Aedep en su comunicado.

La tarea de los medios es precisamente comunicar a los ciudadanos lo que sucede, sin dedicatorias por supuesto, pero también sin temor a los poderes establecidos. Es imposible pensar en una prensa uniformada, ahogada en la coincidencia. Lo que existe es el espíritu de la democracia liberal, con sus grandes aciertos y errores, que surge del retiro de los mesías de la historia.

alandazu@hoy.com.ec

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