www.diariocritico.com

Los militares españoles y la vida civil

miércoles 06 de enero de 2010, 15:07h
Este año no asistí, contra lo que, en calidad de periodista, hice en otras ocasiones, a la celebración de la Pascua Militar. Un acto en el que los informadores somos ahora sólo parcialmente bienvenidos, dado que solamente se nos permite asistir a la parada con los discursos, pero no a la posterior recepción, en la que antaño teníamos la oportunidad de conversar con los jefes y oficiales, políticos y diplomáticos que concurrían al acto en calidad de invitados. A veces, es cierto, incluso teníamos una de esas raras oportunidades de mantener un ‘corrillo informativo’ con el jefe del Gobierno y hasta de saludar a Su Majestad el Rey, que siempre nos trató con su habitual cordialidad. Cosas que parecían un sacrilegio casi tan grande como ‘frivolizar’ la jornada hablando de si la ministra del ramo debía o no llevar a tan solemne ceremonia un traje de chaqueta con pantalones.

Se supone que, como consecuencia de tanto desmán, desde hace ya dos ediciones ese contacto de la familia castrense con la parte de la sociedad civil que está representada en los medios de comunicación ha quedado cortado.

Un pedazo más de la libertad de acceso a la información que vuela por los aires y, por tanto, un pedazo menos de libertad de expresión que poder ofrecer a nuestros lectores, oyentes, telespectadores. Por eso, este año yo me he quedado en casa, disfrutando de la jornada vacacional, y me he limitado a seguir la información sobre la Pascua a través de la radio, las agencias de prensa y la televisión: el color de las interpretaciones, de las conversaciones con los asistentes, la personalización de la noticia, que es la salsa que pone el periodista, este año tampoco ha podido ser: nos quieren de micrófonos ambulantes. Y yo, con perdón, me sigo resistiendo a ello.

La ‘institucionalitis’, esa enfermedad -¿irreversible?- que se ha apoderado de nuestra clase política y de ciertos representantes y altos funcionarios de las instituciones, causa sus estragos: lo que ellos quieren es que la prensa y los demás medios se nutran de los comunicados oficiales, de la información sin contaminaciones, de los discursos a palo seco. No quieren ni interpretaciones chismosas, ni corrillos con Zapatero, ni molestos trabajadores de la información que deslucen los fastos de uniformes, medallas y salones del Palacio Real. 

Si tanto oficialismo interesa o no al ciudadano lector, oyente o telespectador, tanto les da a los institucionalistas: hay que preservar, dicen arqueando las cejas, la figura del Monarca de la contaminación de los muchachos de la prensa. Como si lo conveniente no fuese precisamente lo contrario: acercar la figura y el buen talante de Don Juan Carlos a la sociedad. Y acercar a la familia militar, por tantos conceptos tan admirable, a la curiosidad ciudadana a través de los informadores.

Es, me parece, lo que convendría a una sociedad que quiere ser plenamente democrática. Pero algunos representantes de ciertos estamentos -y esta vez no puedo culpar de ello al Gobierno, culpable sin embargo de este pecado en otras ocasiones- no quieren verlo así, y todo lo solemnizan, acartonándolo y, por tanto, alejándolo del hombre de la calle, lo que equivale a falsearlo. Ojalá los nuevos aires que se pregonan para la comunicación institucional y el impulso de algunas protestas aisladas que empiezan a dejarse oír en el mundillo periodístico hagan que las aguas se reconduzcan. De momento, otra Pascua Militar perdida para la causa de acercar las Fuerzas Armadas a la vida civil.


- Lea también:
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios