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Mal de altura

viernes 08 de enero de 2010, 14:11h
   Siempre me ha asombrado el descaro de algunos personajes y personajillos al descalificar a lo grande a quienes se atreven a criticarles. El último ejemplo es el presidente del Barça, Joan Laporta, quien asegura que quienes le critican no son otros que los de "la caverna mediática".

   Hay que ser "soberbio" para declarar que cualquier crítica que reciba queda invalidada porque viene de esa "caverna", negando la posibilidad de que las críticas le lluevan de otros sectores.

   Pero Laporta es así, va por la vida repartiendo carnets de demócratas, él cuyo único mérito público es haber llegado a presidente del Barça, algo encomiable pero que no le da patente para decir quién es demócrata, quién pertenece a la caverna o quién le critica sencillamente porque personaje público que es está expuesto a las opiniones de la prensa libre y de cualquier ciudadano.

   Ahora el señor Laporta empieza a denotar esos síntomas del mal de altura que sufren quienes han disfrutados de las mieles de la fama, una fama que no es suya, que es prestada, que pertenece al Barça.

   Pero Laporta cree que quienes le felicitan y dan codazos para hacerse una foto con él o quienes le jalean diciendo que es un fenómeno le están pidiendo poco más o menos que se convierta en salvador de Cataluña como si Cataluña necesitara que Laporta, u otros, la salven de nada.

   Pero ya digo que tiene todos los síntomas de sufrir el mal de altura y convencido de que Cataluña le necesita está dispuesto a hacerse político, fundar incluso un nuevo partido para conseguir un fin: la independencia de Cataluña.

   Los políticos profesionales se le han reído en las barbas. Laporta no es el primer advenedizo que lo intenta y ahí están los restos de quienes antes que él han hecho ese u otros intentos.

   Laporta no sabe que ser político no se improvisa de la noche a la mañana, que hay unas reglas escritas y otras no escritas. No se sabe si Laporta tiene su ejemplo en Berlusconi o en quién, pero sí que se le ven las mismas manera de estar y de hacer.

   El día en que deje de ser presidente del Barça se dará cuenta de que muchos de los que hoy le dan palmadas en la espalda ni siquiera le miraran y que los que se deshacen en carantoñas para que les invite al palco del Barça ni siquiera se le pondrán al teléfono. Laporta sufre mal de altura porque aún no se ha dado cuenta de que la gloria del Barça ni siquiera le roza de cerca.
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