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De Moscú al cielo...

miércoles 25 de abril de 2007, 11:42h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

...y un par de litros de vodka para refrescar la garganta, claro. Esto es lo que ha debido pensar el finado Boris Ieltsin en el momento de su tránsito final rumbo al Kremlim de las estrellas. Y, como sucede en estos y similares casos, Vladimir Putin, el presidente de todas las Rusias, poniendo la cara de circunstancias propias de un avezado agente del KGB (o sea, el rostro de póker de un tío que espera que ponga cara de póker), aparte de decir que el fulano era un patriota más grande que los Urales, habrá dicho –en ruso, por supuesto—por lo bajito: “y tanta paz lleves como paz nos dejas”

Sí, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y envodkados niños y niñas que me leéis, el que fuera alto funcionario del Partido Comunista de la URSS, luego alcalde moscovita cuando la perestroika de Mihail Gorbachov, para pasar a ser presidente (evidentemente, demócrata-de-toda-la-vida) de Rusia, se nos ha ido. Y, claro, hay que ponerse melancólicos, olvidar el “Kalinka, Kalinka” y, en su lugar, entonar el “Ochi chiorna”, que viene a ser el equivalente ruso del “Sonny boy” irlandés, cantado con el mismo y tristísimo sentimiento y similar estado de embriaguez.

No es que el buenazo de Boris fuera la alegría de los foros internacionales de hace pongamos que diez o quince años, pero, la verdad, es que la canallesca mundial se lo pasaba bien con esa especie de oso gruñón, con cara de mujik (en ruso quiere decir campesino) de las riberas del Volga, andar patoso, mano larga para pellizcar traseros femeninos, y una afición dipsómana que deja al trío formado por los Carballeira Brothers (ya sabéis, Paco y Horacio) y a su primo, el malvado del Vilariño, poco menos que como abstemios militantes.

Sucede en las mejores familias, pequeñines/as míos/as, en las que siempre hay un miembro con una notable afición por las bebidas alcohólicas de 40º para arriba. Naturalmente, en el ámbito de las clases altas, el dipsómano (que suena mejor que alcohólico) jamás se emborracha, sino que “se motiva etílicamente”. Es una cuestión de correcta utilización de los sinónimos. No ocurre lo mismo entre las clases medias y bajas. No hay que andar con tantos tapujos. Hay que llamar al pan, pan y al borracho, borracho. Y este era el caso del finado Ieltsin. El tipo las pillaba una detrás de la otra, lo que le permitía eludir los perniciosos efectos de la resaca. No había acabado con el primer pedal cuando, entre reunión y reunión del Consejo de Ministros ex soviéticos, el buenazo de Boris ya estaba empinando el codo a modo. Y quien dice en el Kremlim, en la mitad del mundo conocido. Era su forma de hacer fente a las responsabilidades del mando. Una forma de rendir al cien por cien.

Dicen del finado Boris Ieltsin que el fue quien llevó la democracia a Rusia. Eso es lo que me comenta Damián, mi valet de chambre, que hasta Felipe González ha escrito hoy un artículo cronológico sobre la figura del desaparecido.

Se ha ido un personaje. Dicen que en Rusia le van a rendir honores de estado y que le enterrarán al pie del rojizo muro del Kremlim, lugar de sepultura de los elegidos por la fama. Y todos los países de Occidente, por supuesto, que enviarán representaciones oficiales al sepelio. Y no solamente los países, sino los grandes empresarios europeos. Y ahí viene la pregunta del millón de euros: ¿irá José María Aznar, melena caoba al viento abrileño de la moscovita Plaza Roja, ahora que ha entrado por la puerta grande como consejero en el consorcio alemán que negocia las compras de gas ruso? Ya se verá. Nosotros, en el club, llenos de respeto, hemos ingerido unos cuantos vodka martini en recuerdo de la gran capacidad bebedora del conocido finado. Después del último brindis, hemos roto las copas. Nos ha costado una pasta, pero había que hacer el gesto. Y, al final, todos hemos competido por abonar la cuenta, ya que su importe es gasto deducible en nuestras empresas.

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