Es verdad que lo que viene haciendo ZP estos días da para escribir columnas y columnas de opinión. Pero servidora es inconstante por naturaleza y con un punto frívolo que me es muy necesario para seguir en este mundo de fieras que es el periodismo.
Ayer estuve pensando todo el día en que no podía perderme Mira quién baila porque tenía unos alicientes que me llamaban la atención. A saber: ver bailar a Belén Esteban y a Carmen Lomana. Y comprobar (con alivio, por cierto) si el estilismo pin up hortera de Pilar Rubio pasaba a mejor vida y daba paso a uno más sofisticado y cool. No me decepcionó ninguna de las tres. De la princesa de San Blas me gustó su punto tierno al darse cuenta ella misma (es más lista que el hambre) que su desparpajo ante las cámaras no sustituye un buen cruzado de pies. Tiene que esforzarse más si no quiere conocer la espalda del público por primera vez en su vida. Belén, ánimo. Seguro que si te lo propones, lo consigues.
De Pilar Rubio me gustó lo dicho anteriormente. Debe de ser la primera vez que puedo posar mis ojos en su cara y hasta darme cuenta de si lleva los ojos bien pintados. Ayer, y no sé si esto sentará precedente, las pechugas de la nueva estrella de Tele 5 no fueron una atracción. Se ve que ahora van a tirar por otros derroteros, cosa de la que me alegro, entre otras cosas porque Rubio tiene más que un par de tetas (con perdón). Me consta que tiene cerebro y además unos ojos preciosos.
Y dejo para el final el postre. Lo más delicioso: Carmen Lomana. Yo reconozco que antes de conocerla, la criticaba. Y es que Carmen es un objetivo fácil. Su forma de hablar, tan sugerente, es un blanco digno de dardos bien envenenados. Pero conocerla y quererla es todo uno.
Metafóricamente hablando me tiró de las orejas hace ya dos veranos en Almagro, lugar dónde coincidimos ambas en un encuentro de moda. Me puso en mi sitio y desde entonces no la he vuelto a criticar.
Me gusta de Carmen el pasotismo sano con el que acepta lo que la gente dice de ella. Me consta que es mucho más abierta de mente de lo que aparenta y me la imagino compartiendo mensa y mantel perfectamente con su ahora compañero de concurso, el Sevilla. O incluso llevándose de compras a la de San Blas por la milla de oro.
Si Carmen hubiera vivido en el Siglo de Oro a buen seguro que hubiese financiado obras de teatro o hubiese acogido bajo su protección algún que otro pintor. Pero vive en el siglo XXI y acoge otras causas más terrenales como favorecer a la Fundación Aladina (www.aladina.es) ONG que hace la vida más fácil a los niños con cáncer.
Lomana seguirá despertando suspicacias pero es que España es un país que no acepta con facilidad gente diferente, especialmente si es de la tierra (otra cosa es el extranjero al que veneramos sólo por eso, porque viene de fuera). En eso todavía somos un poco catetos. Si Andy Warhol hubiese sido de Murcia y Woody Allen de Cuenca,nunca hubiesen triunfado. Que se lo pregunten si no a Pedro Almodóvar. Aquí nos va más lo que nos recuerda cómo somos y de dónde venimos. De ahí el triunfo de Belén Esteban, que está más al nivel del pueblo. Todos llevamos una Belén Esteban dentro pero llevar una Carmen Lomana es harto difícil. Yo, particularmente no tengo collar de perlas pero sí un chándal. Y es más fácil encontrarme de compras en Carrefour que en Chanel (tienda, por cierto a la que no he entrado jamás...igual no me dejan ni entrar, quién sabe)
Lomana dará mucho juego aunque tiene una dura competencia con Esteban que tiene al pueblo soberano de su parte. Carmen tendrá que convencer al pueblo llano de que ella también sabe a cuanto está el kilo de mortadela con aceitunas. Porque, no nos engañemos, aquí de nada servirá que gane quien sepa bailar. Aquí ganará el que se gane a la audiencia.
En cualquier caso, gane quien gane, todos llevan detrás una ONG que hará felices a personas desfavorecidas. Y ése será el verdadero triunfo de este programa. Me gusta que la tele haga estas cosas. Suerte a todos.
Información relacionada:
Otras columnas de Gema Lendorio:
Si (
No(
