Dos caras: la que se dirige al futuro y la que, de torpeza en torpeza, se asoma al despeñadero
Cuando la semana pasada el país democrático vivió días de pesar por la crisis que protagonizaba Globovisión, poco podíamos imaginar que algo similar estaban viviendo las múltiples facciones del chavismo. Cosa singular, ambas crisis tenían que ver con un asunto crítico en el mundo actual: la CONFIANZA. Se trataba, entonces, de una crisis de confianza.
No hace falta volver a explicar todo el "AFFAIRE" Globovisión, porque él ha sido tratado exhaustivamente, pero sí resulta útil ver sus puntos fundamentales: cuando todos creíamos que el ataque a Globovisión seguiría la clásica ruta de una dictadura insegura ante la existencia de un canal que de continuo mostraba las múltiples fisuras del régimen y sus perniciosos efectos en todo el país, fuimos sorprendidos con RUMORES que adquirieron carácter de huracán acerca de la "venta" de ese canal. Literalmente una "venta" era lo que de súbito -todos pensamos- mataría al canal. Un triunfo sin paralelo del régimen y, a no dudarlo, un golpe muy duro para las fuerzas democráticas.
Un comunicado nocturno, leído por la familiar cara de la periodista Rodríguez, al afirmar que Globovisión "ni se compra ni se vende" y que, en consecuencia, su línea editorial seguiría intacta, pareció disipar los temores. Por eso nadie estaba preparado para la sorpresa que vendría horas después, cuando otro comunicado anunciaba la separación de Alberto Federico Ravell de la dirección del canal; todo ello aderezado por el torrente de mensajes de twitter que a todos hacía llegar el involucrado.
Pero quizás la mayor sorpresa se produjo el Miércoles de Ceniza: Leopoldo Castillo volvía a su programa vespertino como si nada, despejando así las afirmaciones acerca de la eliminación de ese programa, que había echado a andar la maquinaria propagandística del régimen.
Vendría luego lo más sorprendente: la rueda de prensa de A.F. Ravell, transmitida íntegramente por el mismo canal cuya dirección abandonaba. Creo que pocos se han dado cuenta de cuán SIGNIFICATIVO ha sido el hecho -original y único en la historia de los Medios en Venezuela- de con cuanta libertad la propia Globovisión aireó la crisis; y el espacio que le dio a quien despedía. Si alguna lección de TRANSPARENCIA necesitaba Venezuela, Globovisión se la brindó quizás sin proponérselo.
Globovisión ha salido airosa de la prueba ante los millones de venezolanos que la siguen y confían en ella. Emerge fortalecida de la severa crisis por la que acaba de pasar; pero eso mismo, quizás, le vaticina tiempos duros en su quehacer diario: el régimen y sus mastines, que tan cerca estuvieron de alcanzar su botín, no perdonarán el que por un tris se les haya escapado de sus garras. Así que: mucho ojo y redoblada vigilancia, porque como decía San Pedro en su carta a los cristianos, "¡vuestro enemigo el Diablo sigue rondando, buscando a quien devorar!".
Justo por esos días, el chavismo vivía su propia crisis de confianza. Justo cuando su posición parecía inamovible, uno de sus más connotados jacobinos, el farmaceuta Samán, que aunque recién llegado al cargo en un muy corto tiempo se había esmerado por llevar el Proceso hasta sus extremos, era echado de Palacio. Para la mancheta de EL NACIONAL "lo habían vuelto leña" y con él, según nos enteramos, a más de un jacobino coleao.
Es de agradecerle al periodista Hernández que, en EL UNIVERSAL del pasado viernes, nos hiciese conocer su desconcierto y su molestia por la caída de este Robespierre tropical; sin que Chávez "explicase" a sus seguidores las razones para rasparlo.
Asombrosa la diferencia: mientras Globovisión se esmeró en su transparencia, Chávez -según escribe el periodista Hernández- "se ha hecho el desentendido" (expresamente evitó el término "loco") y por eso él, en nombre de mucho chavista consternado, "le exige una explicación" y casi que le conmina a enmendar su decisión.
Hernández no se quedó allí, sino que abunda en detalles acerca de lo que ese acontecimiento -la defenestración de Samán sin explicación alguna- parece ha disparado en el mundo del chavismo. Casi que sugiere un 9 DE THERMIDOR (la liquidación de Robespierre en julio de 1794), que podría anunciar días nefastos para "la revolución".
Ha sido una semana de PESAR para ambas Venezuela -la que lucha a brazo partido por su democracia, y la cada vez más menguada que apoya a quien la pone en severo riesgo- pero las dos crisis muestran caras muy distintas: la que se dirige al futuro y la que, de torpeza en torpeza, rápido se asoma al despeñadero.
ANTAVE38@YAHOO.COM