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El Gobierno chileno declara toque de queda por ola de saqueo, las víctimas suman ya 711

El Gobierno chileno declara toque de queda por ola de saqueo, las víctimas suman ya 711

lunes 01 de marzo de 2010, 15:55h
El número de fallecidos por el terremoto de Chile asciende ya a 711 personas, con una cifra indeterminada de heridos y desaparecidos, mientras continúan las réplicas y se extienden los intentos de saqueo, a pesar de que las autoridades decretaron el toque de queda en varias regiones.

Los equipos de socorro tratan de rescatar a las personas atrapadas entre los escombros en ciudades como Concepción, Talcauano, Curicó, San Javier, Linares y Talca, se espera la llegada de los primeros envíos de ayuda humanitaria internacional.

Dos días después del terremoto, millones de chilenos que todavía no han logrado reponerse del susto vuelven a sus puestos de trabajo tras las vacaciones de verano y un fin de semana de pesadilla.

Santiago, donde habita un tercio de los 17 millones de chilenos, intenta recobrar la normalidad, pero hay muchos municipios que todavía no tienen agua potable ni electricidad.

En las últimas horas se produjeron saqueos en supermercados de Quilicura y Conchalí, dos municipios de la Región Metropolitana de la capital chilena.

La policía tuvo que hacer disparos al aire para disuadir a las turbas que llegaron hasta los establecimientos para llevarse agua, alimentos y artículos de primera necesidad, aunque algunos también aprovecharon la confusión para robar electrodomésticos y equipos electrónicos.

Con todo, la situación más dramática es la que se vive en las regiones del Maule y Bío Bío, situadas a 300 y 500 kilómetros al sur de Santiago, respectivamente.

Aunque la presidenta, Michelle Bachelet, decretó ayer el estado de excepción durante treinta días en esa zona -que incluye toque de queda incluso para los informadores- los actos de pillaje se extienden desde las ciudades hasta las zonas rurales, según los testimonios de numerosas personas.

El ministro de Defensa, Francisco Vidal, puntualizó en la noche del domingo que el uso de la fuerza sería "disuasivo". Sin embargo, el jefe de la zona de catástrofe de la región del Maule, general Bosco Pesce, anunció que en su demarcación el toque de queda no era necesario.

En las zonas más afectadas por el sismo de 8,8 grados en la escala Richter, familias enteras pasaron la segunda noche a la intemperie, en unos casos debido al derrumbe de sus viviendas y, en otros, por temor a que las fuertes y numerosas réplicas echen abajo las casas y edificios que sufrieron daños estructurales.

La desesperación por conocer la suerte de sus seres queridos también se ha ido extendiendo a cientos de miles de chilenos que residen en el extranjero o en regiones que no se han visto afectadas por la tragedia.

Los medios radiofónicos y los diarios digitales chilenos están sirviendo como buzón de mensajes para localizar las personas que están en las zonas más afectadas y que no se pueden comunicar con el exterior debido a que no hay electricidad, ni servicios de telefonía e Internet .

La directora de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), Carmen Fernández, recomendó a quienes regresan hoy a sus lugares de trabajo que realicen inspecciones de los ascensores, las conexiones de gas y el sistema eléctrico.

En caso de encontrar daños, las autoridades de protección civil aconsejan efectuar análisis técnicos.
La Onemi informó de que una barcaza con 60 toneladas de alimentos zarpó en dirección al litoral de las poblaciones más afectadas para distribuir ayuda humanitaria en cada población costera con la ayuda de los equipos de defensa civil y las autoridades locales.

También ha comenzado a llegar al lugar de la tragedia maquinaria pesada para remover escombros.
En solo una jornada, el balance de víctimas se multiplicó por diez, pero se teme que el número de muertos aumente considerablemente en las próximas horas, porque muchas de las víctimas que aún no han sido encontradas puedan encontrarse bajo el mar.

Las autoridades admitieron que hubo un error por parte de la Armada al no dar aviso con suficiente celeridad del peligro de tsunami a la población de la isla Juan Fernández, situada a unos 813 kilómetros frente a las costas de Valparaíso, donde seis personas murieron y hay una decena de desaparecidos.

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