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Esta semana santa no habrá sorpresas de Zapatero... ¿o sí?

domingo 28 de marzo de 2010, 11:37h
Hay que reconocer que motivos para que los chicos de la información andemos escamados no faltan: el pasado miércoles santo, al calor de una remodelación gubernamental no tan inesperada, el ministro de Industria trató de colar por la puerta de atrás el decreto de las TDT de pago, tan polémico, aunque hoy ya nadie lo recuerde en este país olvidadizo. La propia María Teresa Fernández de la Vega frustró entonces el golpe de mano de Miguel Sebastián, quien finalmente lograría sus propósitos en un Consejo de Ministros extraordinario el pasado viernes ¡13 de agosto!. O sea, que cualquier cosa se puede esperar de la semana vacacional que comienza, cuando la opinión pública anda distraída. Una semana que el martes incorpora un Consejo de Ministros que ha suscitado no poca expectativa. Pero que conste que esta vez, contrariando algunos rumores, la crisis de Gobierno ni está ni se la espera. Otra cosa es, claro, que Zapatero, a quien le encantan las sorpresas, nos tenga preparado algo especial para llenar los titulares, quién sabe.

Comprendo que haya habido muchas especulaciones hablando de una inmediata remodelación ministerial. El Gobierno funciona solamente a trozos y por tramos, y eso lo percibe todo el mundo. O casi todo. Porque Zapatero sigue con sus ironías acerca de quienes quieren forzarle a hacer cambios en su equipo, con el que, sorprendentemente, asegura sentirse satisfecho. Como si no hubiera rencillas internas posiblemente insuperables -hablo, por ejemplo, de las dos primeras vicepresidencias-, ministerios sin funciones -y hablo, sin ir más lejos, de la vicepresidencia tercera-, ministros/as quemados/as cual teas -y hablo, sin ir más lejos, de Trabajo, Cultura, Vivienda, Igualdad, Ciencia y Tecnología, Agricultura-medio ambiente...-.

Pero, en fin, solamente a Zapatero le compete nombrar y separar ministros; él se siente dueño del BOE y desde luego que sonreirá en las dunas de Doñana al escuchar y leer algunas especulaciones, entre ellas esta que aporto: no me creo al presidente cuando dice que no tiene entre sus planes cambiar al Gobierno. Yo creo que sí. Seguro que no será esta Semana Santa, tal vez ni siquiera cuando acabe la presidencia de la UE, en julio. Pero tendrá que hacer una movida importante. Cuanto más tarde, será peor para él. Y para nosotros, dicho sea de paso.

Claro que el golpe de efecto que presumiblemente pretendía Zapatero para esta semana santa no era, desde luego, aportar nuevas caras al Consejo de Ministros: era la firma de un pacto posible, pero por lo visto no admisible, en torno a esas 54 medidas diseñadas por el Gobierno (y por algunos grupos de la oposición) para combatir la crisis económica. Como era de esperar, ninguna de las otras formaciones representadas en las Cortes ha querido hacerse la foto asumiendo el plan que el Ejecutivo quería aprobar por decreto en el Consejo de este martes.

Dicen que es urgente la puesta en marcha de algunas de esas medidas, varias de las cuales son interesantes y hasta importantes, según admiten casi todos los que han ido pasando por el famoso palacete de Zurbano; pero tal urgencia no obsta para que se haya forzado un aplazamiento en la aprobación de esos puntos hasta después de esta semana santa. No había que darle baza alguna al Gobierno de Zapatero. A este Gobierno chamuscado al que, santa política, hay que negarle cualquier bálsamo, por mucho que beneficie al cuerpo social. Santa semana, santa paciencia...

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