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Cambiar un mal gobernante

Cambiar un mal gobernante

lunes 12 de abril de 2010, 17:21h
La mayoría de los partidos y movimientos políticos en el Ecuador no son ejemplo de respeto democrático. Todos sabemos que en su interior, las decisiones son tomadas por los caudillos o  por los “dueños de los partidos o movimientos políticos” y sumisamente aceptadas por los llamados eufemísticamente “lideres históricos” que no son, sino, una rosca impenetrable de áulicos que rotan permanentemente en las diferentes dignidades y que desgraciadamente -casi siempre- son elegidos por el pueblo en las elecciones.

Karl Popper, en su libro “La Sociedad Abierta y sus Enemigos”, señala que en el contexto de la dinámica de cambios el problema se centra “en cómo cambiar un mal gobernante que, habiendo sido elegido democráticamente, hace uso del poder para destruir la democracia. Esto es, cómo en democracia se puede salvar la democracia, sin necesidad de recurrir a la intervención militar”; a esto se debe agregar: ¿Cómo hacemos, para obligar al Presidente legalmente electo -mal o bien escogido-  que gobierne dentro del marco constitucional y en beneficio de todos los ecuatorianos, en especial de los más pobres? 
 
En este momento vale la pena transcribir un fragmento del libro “Reloj de los Príncipes”, del filósofo español Antonio de Guevara (1480-1545), tomando en cuenta que les será útil a los gobernantes de turno: “Los historiadores que del Magno Alexandro escribieron, assí griegos como latinos, no saben quál fue mayor en él: o la ferocidad con que hería en los enemigos o la humildad con que tomava los consejos. Caso que los sabios y philósofos que acompañavan a Alexandro eran en número muchos, pero entre todos ellos Aristótiles y Anaxarco y Onosíchrates fueron los sus tres más privados, y en esto se mostró ser muy cuerdo Alexandro; porque los príncipes prudentes han de tomar el consejo de muchos, pero después han de resumir con el perecer de pocos. No se contentava el Magno Alexandro con tener consigo muchos sabios y con embiar a visitar a los que no eran suyos, pero muchas vezes él en persona yva y a visitarlos y a consejarse con ellos, diciendo que los príncipes de ser siervos de los sabios vienen a ser señores de todos”.
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