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La cuna del tango

La cuna del tango

martes 20 de abril de 2010, 00:10h

Las ciudades americanas, herederas de la tradición española, hasta más o menos 1870 siguen siendo pequeños centros urbanos donde las familias de mayores recursos tenían su resguardado hogar. Las casas se hacían con sólidas paredes alrededor de un patio central interior con pozo y jardín. Con la llegada de la revolución industrial europea hubo importantes modificaciones en la vida de las ciudades, unos centros urbanos que demandaban alimentos y materias primas producidas en América. Los adelantos tecnológicos permiten un aumento notable de los intercambios comerciales. Los barcos movidos a vapor reducen a la mitad el tiempo de travesía del Atlántico, lo que permite transportar más mercaderías con un coste menor. De la misma forma el ferrocarril abarata las tarifas de carga acortando el tiempo de transporte. Así es que las ciudades americanas empujan y crecen de forma rápida.

Unos años antes de 1900 las paisajes urbanas de las ciudades-puerto de Buenos Aires y Montevideo fueron totalmente transformadas por el crecimiento demográfico. Llegan miles de emigrantes europeos, se produce una mayor integración en la economía mundial, hay una gran mejora de los servicios públicos por consecuencia de la centralización administrativa. Las medidas de carácter higiénico permiten una concentración demográfica hasta entonces desconocida. El abastecimiento de aguas y la red de saneamiento son factores decisivos para el descenso de la tasa de mortalidad. Son las dos repúblicas platenses las que tienen en 1930 el porcentaje más elevado de población urbana de toda Iberoamérica. En este año las cifras indican que el 20% de la población argentina vive en la capital y un tercio de los uruguayos vive en Montevideo.
 
La llegada de los "gayegos" y de los "tanos" fue una auténtica brisa fresca que movió y cambió para siempre la antigua estructura social post-colonial. La fuerte presencia emigrante mueve todos los escalones de la escala social rioplatense. Los gobernantes argentinos y uruguayos quieren poblar. Quieren colonos y no países vacíos. Las tesis de que el progreso pasa por la importación de manos es sostenida con convencimiento por los sucesivos presidentes rioplatenses. En la Argentina: Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874); Nicolás Avellaneda (1874-1880); Julio A. Roca (1880-1886); Miguel Juárez Celman (1886-1890) y Carlos Pellegrini (1890-1892). En el Uruguay: José Ellauri (1873-1875); Lorenzo Latorre (1876-1880); Máximo Santos (1880-1886) y Máximo Tajes (1886-1890).

Los que llegan por el puerto vienen empujados por el viento del mar y buscan un lugar para levantar su hogar. Del interior sopla un viento campesino, pero es más débil, un viento que antes elevaba con orgullo a los gauchos y ahora los entierra en el suelo. La paz por un lado y el alambre por otro dejan sin ocupación a miles de hombres que no tienen otro sitio donde ir que no sea a las ciudades. Los gauchos sin caballo y los gallegos sin arado, emigrantes de dentro y emigrantes de fuera, tendrán que luchar en un mismo espacio físico por un puesto de trabajo. Tanto los de fuera como los de dentro confluyen en un mismo sitio de las ciudades, en el arrabal, en las orillas urbanas. Allí en el arrabal hay laburo en los mataderos y saladeros de la recientemente instalada industria frigorífica. La industria de la carne hace nacer barrios enteros, como los de Flores y Mataderos en Buenos Aires y El Cerro y Pantanoso en Montevideo. El crecimiento es de hoy para mañana, no hay tiempo para ninguna planificación urbanística pues allí donde haya trabajo surgirá un barrio obrero.

En el arrabal, entre gauchos, gallegos e italianos, colocan una olla al fuego para hervir agua y hacer un caldo o puchero. El nombre rioplatense de este alimento es tango. La gente trabajadora de los barrios son los auténticos creadores de un original producto cultural: el tango. Los dos nuevos países tienen las zonas rurales vacías. La unión de los pastores criollos sin empleo y los labradores europeos sin arado aparece en la paternidad del tango. La situación es contradictoria y dará lugar a que en el escenario donde se cocina el tango rioplatense haya que realizar muchos ajustes.

Manuel Suárez Suárez
[En la esquina montevideana]
Especial para "DIARIO CRÍTICO DE ARGENTINA"

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