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Mockus: la universidad

Mockus: la universidad

miércoles 05 de mayo de 2010, 19:40h
De acuerdo a las últimas encuestas de tendencia de voto en Colombia, Antanas Mockus Sivickas, ex rector de la Universidad Nacional de Colombia, ex alcalde de Bogotá, podría ser el ganador de las elecciones presidenciales en Colombia, incluso en la primera vuelta.

Si algo es admirable en estos tiempos de cambalache, cuando la palabra es usada para todo, desde chantajear hasta comprar, nunca para comunicar personas, es la fidelidad de Mockus con la misma.

Siempre ha tenido como prioridad el diálogo, que implica el respeto por el otro, incluso en las circunstancias más difíciles, en las que parecía que no había más lugar que el enfrentamiento. Por ello, no resulta anacrónico recurrir a sus reflexiones de la época en que fue rector de la Universidad Nacional (1991-1993), que quedaron reflejadas en textos aparecidos en el libro Reforma académica. Documentos, publicado después de su salida del Rectorado. Valga anotar que este pensamiento se mantendrá en la campaña para la Alcaldía y durante su gestión como alcalde y, actualmente, en la campaña por la Presidencia de la República. Este pensamiento es de nuevo un diálogo en el que participan diferentes actores con distintos intereses pero que se reúnen para llegar a un consenso.

Es la tesis de Habermas sobre la acción comunicativa. Que se ilustra en estos días en todas las tarimas de campaña del país donde siempre aparecen dialogando Enrique Peñalosa, Lucho Garzón, Sergio Fajardo y el propio Mockus. Y de lo que hablan es de los temas "posmaterialistas" de nuestra época, como el respeto al otro, la ecología y la educación, nada que ver con los discursos furibundos de los caudillos estilo Chávez.

Para Mockus, la universidad tiene como prioridad ser fiel a sí misma. Para lo cual, requiere de autonomía como institución que forma parte de un sistema. Es una tomadura de pelo pensar en instituciones autónomas como tales pero obedientes a un poder ejecutivo incluso al estado.

"Ciertamente, cabe pensar la posibilidad de que, en el futuro, se disuelva esa autonomía de la universidad y que esta se convierta en una serie de institutos completamente vinculados a la producción o al Estado. Pero lo que así resultare -por más eficiente y funcional que fuese- ya no merecería el nombre de universidad".

Como señala Mockus: "Mi tesis es que la universidad puede ser sensible a esas urgencias" (por ejemplo, responder al desarrollo nacional. Nota mía), "lo que no quiere decir que, desde esas urgencias, se pueda definir la tarea o la misión de la universidad. Dicho de otra manera, el Estado y la economía deben ejercer presiones sobre la universidad, pero no pueden decidir la orientación global de la vida universitaria".

¿Por qué? Porque, para Mockus, la universidad tiene un proyecto que va más allá de lo funcional (ser, por ejemplo, una especie de instituto que forma administradores del Estado) y que implica la fidelidad a la propia tradición, por más compleja que haya sido, y las consecuencias que surgen a partir de esa tradición, nada menos que la reorganización racional de la acción humana por el diálogo.

alandazu@hoy.com.ec
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