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El costoso endogenismo

El costoso endogenismo

martes 11 de mayo de 2010, 04:47h
Hace pocas semanas, Zimbabue (ex Rhodesia) celebró 30 años de independencia, bajo un régimen “endógeno”, con prevalencia de los negros, antes discriminados oprobiosamente. Al mando de Robert Mugabe (todavía gobierna) fue instaurada una economía indigenista que rompió lazos con gran parte del mundo occidental, nacionalizó o estatizó cuanto encontró a su paso y dejó morir los algodonales y haciendas que antes daban vida y confort en Zimbabue, entonces un oasis en la convulsionada África. Resultado de tres décadas de un gobierno que reverencia un pasado de dudoso éxito y se esmera por mantener el curso, han sido la conversión del país de una nación relativamente bien colocada en la economía africana a país mendigo, necesitado de ayuda externa para sobrevivir. El año pasado, la inflación seguía la velocidad de la luz. Llegó a cuatro trillones, un 44 seguido de quince dígitos. Para este año se la estima en 7,3%, lo que muestra el esfuerzo titánico que debe sobrellevar ese país (algunos deben recordar la estabilización draconiana de fines de la década de 1980 tras años de empobrecimiento abyecto de los bolivianos). The Economist informa que el más reciente paso en la “indigenización” económica ha sido obligar a las empresas valoradas en más de medio millón de dólares a estar bajo control indigenista total. Es decir, sin blancos.

La nacionalización o estatización cuádruple decretada el 1 de mayo está en camino de entregar al control del Estado todas las áreas llamadas estratégicas de la economía. Lo que pasa con Zimbabue debería ser una alerta y un camino prohibido.

Ya tenemos algunos ejemplos del exceso estatista. La producción de YPFB se mantiene en descenso: 37.000 barriles de petróleo, menos que en la década de 1970; 37-39 millones de metros cúbicos de gas natural (raspamos la olla para cubrir los compromisos externos y echamos bajo la alfombra muchos planes petroquímicos y termoeléctricas).

Cuatro años después de la toma de los campos que controlaba Petrobras, el país está a oscuras sobre lo que ocurre con la empresa que gana el pan para los bolivianos. Expertos petroleros informan que el 8 de diciembre de 2008 fue la última vez que se puso a disposición de los interesados —la industria en general— el parte diario de producción de los campos de YPFB. Tampoco ha habido una medición certificada de las reservas de gas. De manera que obtener información precisa sobre la industria petrolera boliviana equivale a caminar sobre el agua esperando que los pies toquen terreno firme. No es nada fácil. Un ejemplo: hace unos meses la empresa inauguró (correcto) la perforación de uno de dos pozos que deben ser perforados este año, rutina ínfima en la industria petrolera. En Bolivia, esa rutina es excepcional, quizá por la ausencia de inversiones que revitalicen la industria y al deseo de mostrar que no se encuentra estática.

Algo más: En este mes de mayo, un aviso en una revista anuncia que YPFB ha concluido la preparación para empezar a hundir sus taladros, es decir, el trabajo de desboscar, abrir caminos, construir la plataforma, etc. Sólo que la perforación de un pozo profundo demanda, me dice un ingeniero, 370 días. Y encima de todo, el hambre nacional por derivados de petróleo parece insaciable. El Deber informaba hace unos días que las importaciones crecieron en un 96% este trimestre (enero-marzo) respecto al mismo periodo de 2009: $us 88,5 millones versus 173,3 millones. Saquen sus conclusiones.

haroldolmos.wordpress.com

Periodista
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