El nuevo Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, apuesta por la grandeza de Francia imprimiendo una imagen de ruptura con el pasado, sobre todo con el pasado que no fundamenta su proyecto y su pensamiento político, de ahí su atrevimiento a discutir los valores de mayo del 68 y presentarse como un hombre lejano tanto a aquella histórica fecha cuanto a la Francia de 1981 en la que Miterrand llegó al poder. Y también extiende esta ruptura al estilo monárquico de Chirac. Sarkozy se presenta como un Presidente cercano, lleno de seguridad en su responsabilidad cuando anunció tras su victoria en la Plaza de la Concordia a sus miles de seguidores: “no les traicionaré, no les mentiré, no les decepcionaré”.
Es importante tener también en cuenta la actitud frente a sus rivales políticos, ya lo hizo en el debate y lo ha hecho ahora en la Plaza de la Concordia: “Madame Royal respeto su talento y su competencia. No se llega hasta aquí por azar, tenemos diferentes puntos de vista, para mí es más una competidora que una adversaria”, afirmando inteligentemente que “la victoria sólo es bella si es generosa; la victoria no es la revancha…no es la victoria de una Francia sobre la otra, sólo queda una Francia, sólo hay una victoria, la de la democracia”.
Sarkozy ha escogido la cultura del mérito, de la autoridad, de la moral y del trabajo y entiende que el liberalismo debe ser destinado a mejorar la suerte de todos, empezando por los desempleados. Tras formar un nuevo gobierno con 15 ministros pensando en el cumplimiento de su programa y en la batalla por las legislativas de 16 y 17 de junio que está abierta y en la que el objetivo de todos está en la conquista del centro incluido ese nuevo partido que anuncia Bayrou –Movimiento Demócrata- que no sabemos quién va a financiar o cuál es su objetivo real, pero sí su vocación de lograr los suficientes millones de electores para hacer bascular el poder. Nicolas Sarkozy ha de cumplir su ambicioso programa y realizar varios viajes rápidos.
En su agenda de reformas hay cuatro materias: la social, la fiscalidad, la medio ambiental y la política internacional. Conocido su objetivo de implantar sin, adjetivos, el modelo de economía de mercado, descalificado el horario de 35 horas semanales trastocado por el lema: “trabajar más para ganar más”, Sarkozy anuncia el diálogo con los sindicatos y patronales, con las ONGS, con los industriales y los interlocutores sociales, propone diversas medidas sociales y fiscales entre otros deductibilidad de los intereses de los créditos inmobiliarios, una ley de finanzas, proyectos de ley sobre seguridad y sobre las universidades, desfiscalizar el trabajo de los estudiantes y organizar el 14 de julio, el día de la República Francesa, como una fiesta de la juventud y de Europa.
Mientras, Europa y los Estados Unidos le esperan. Los Estados Unidos porque ha tenido el valor y la claridad de presentarse bajo banderas liberales y pro americanas y manifestar que EE.UU puede contar con la amistad de Francia: “Estaremos a su lado cuando lo necesite”. Con la Unión Europea, el Acuerdo sobre la mini Constitución ya está hecho, lleva meses trabajando entre bambalinas con Angela Merkel y no se duda que Berlín-París será de nuevo un tándem que inyecte energía a Europa. Tanto o más importante es su propuesta de que se constituya un Gobierno económico común de la zona euro, esto es moneda única, pero también políticas económicas comunes. Y el no a Turquía entendemos que será un no ahora si Turquía no se aleja de sus fantasmas, avanza en democracia y derechos humanos y entra dentro del futuro de las óptimas relaciones Unión Europea-EE.UU que concluirá hacia 2015 en el mercado común trasatlántico.