La última semana ha resultado realmente “horribilis” para Óscar López, el jefe de filas del PSOE de Castilla y León. Una semana aciaga que ha desarbolado la precampaña electoral que, apoyándose en el slogan “Puro cambio”, había iniciado en vísperas de la celebración de Villalar.
El rechazo social a las drásticas anunciadas por Zapatero añadía el miércoles mayor lastre electoral a su candidatura a la presidencia de la Junta. Si ya tenía difícil vender el “cambio” en Castilla y León, las medidas de ajuste a costa de asalariados públicos, pensionistas y dependientes penalizan aun más las expectativas del PSOE en esta comunidad.
Unas expectativas que, según se supo a final de semana, no eran ya nada halagüeñas. Óscar López se desayunaba el sábado con la encuesta de la agencia ICAL, que depara a los socialistas un retroceso electoral de 3,2 puntos en relación con las anteriores elecciones autonómicas, con riesgo de perder dos de los 35 escaños logrados entonces. En la valoración de líderes el candidato socialista tampoco salía muy bien parado. Frente al 5,4 por ciento de nota sacada por Juan Vicente Herrera, López no pasaba del 4,8, una puntuación inferior a la del líder de IU, José María González, aprobado con un 5,1. Y en cuanto a grado de conocimiento, al líder del PSOE solo lo conocen el 32 por ciento de los encuestados, muy lejos del 89 por ciento que alcanza Herrera.
Para colmo de males, el mismo sábado Óscar López se quedó sin el baño de masas que pensaba darse en Monzón de Campos junto al ministro de Fomento, José Blanco, que dejó colgado el acto de colocación de la primera traviesa del AVE a Santander. Eso sí, ello no impidió que ambos coincidieran esa noche en el plató de “La Noria”, el primero como invitado estelar y el segundo como tertuliano ocasional. Esa aparición televisiva en un programa de notable audiencia fué sin duda la única satisfacción conocida por López en una semana ciertamente “horribilis”.