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Están clavadas dos cruces

Están clavadas dos cruces

lunes 24 de mayo de 2010, 09:25h

Tres actos, para mí, del mayor interés se celebraron a la misma hora, el miércoles pasado, en Madrid. Por haberme negado absurdamente la naturaleza el don de la ubicuidad, no pude asistir en la Biblioteca Nacional al merecidísimo homenaje tributado a los traductores Roser Berdagué, galardonada con el Premio Nacional a la Obra de un Traductor, y José Luis Moralejo, galardonado con el Premio Nacional a la Mejor Traducción. Tampoco asistí, en la sede madrileña de Ámbito Cultural de El Corte Inglés (Serrano, 52), a la presentación de El Zapaterato. La negociacón: el fin de ETA, un espléndido libro de Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez. Desde ese miércoles me viene a la memoria la canción Dos cruces, de Antonio Molina, que tantas veces canté en mi infancia. El estribillo “Están clavadas dos cruces /en el monte del olvido / por dos amores que han muerto / sin haberse comprendido” lo canturreo ahora pensando en mi inasistencia a los actos de Berdagué y Moralejo, de Jáuregui y Menéndez. Pero, el miércoles pasado, obedeciendo órdenes militares de Rita Orbaneja, tuve que asistir a la presentación de la magnífica novela La Posada del Tucán, de Carlos Mundy, traducida del inglés en un excelente castellano por Máximo González Lavarello en la residencia del embajador de la Embajada de Francia (Serrano, 124).

Si me hubiera atenido a mi militancia literaria, el acto al que habría asistido habría sido el de la Biblioteca Nacional. De todos los géneros literarios existentes – traducción, poesía, narrativa, teatro, periodismo con sus muchos subgéneros, letra de canción, guión cinematográfico y televisivo… - la traducción es el género que necesita más apoyo. De hecho, casi nadie se ha enterado de que la traducción es un género literario más, que, además, saca a un autor de su pueblo y lo convierte en autor de la aldea global.

Si me hubiera dejado llevar sólo por el afecto poético habría asistido, sin duda, a la presentación de El Zapaterato porque Fernando Jáuregui comparte apellido con el poeta, preceptista y pintor sevillano Juan de Jaúregui, el autor del célebre Antídoto contra la pestilente poesía de las “Soledades”, que satirizó, con el veneno del entrenador interista José Mourinho, la poesía culterana de Góngora.

Pero yo, que en mi juventud me libré del servicio militar, hoy no sé defenderme cuando un coronel me da una orden. Por eso, ante la orden militar de Rita Orbaneja, abandoné con dolor a los traductores Berdagué y Moralejo, y a Jáuregui y a Menéndez, y me fui a la Embajada de Francia. El editor Ricardo Artola, Fernando de Orbaneja – autor de España. Historia de un fracaso -, la Duquesa de Fernandina y el autor de La Posada del Tucán, Carlos Mundy, lograron una memorable presentación de la novela.



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