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Virtudes de la memoria

Virtudes de la memoria

jueves 17 de junio de 2010, 19:56h
 
La publicación del Informe de la Comisión de la Verdad ha venido a actuar como un revulsivo de cosas mal digeridas por el país en otros tiempos.

Ese informe es, en síntesis, una memoria de nuestra barbarie oficial, de los crímenes y abusos cometidos por el Estado y sus agentes contra los ciudadanos, durante un largo período, en nombre de culpas sin probar o razones que solo existen en la mente del represor.

Un hombre nefasto del tiempo sombrío de Febres-Cordero, Joffre Torbay, acuñó una frase para la historia de la barbarie humana: “A los guerrilleros, como a los pavos, se los mata la víspera”. ¿La víspera de qué? se preguntarán los ingenuos. Pues, la víspera de que sean guerrilleros… Así, con esa simple y brutal ideología represiva, todo estaba justificado. Bastaba que alguien fuera joven, pensara diferente que el Gobierno y tuviera actitudes de rebeldía, para que entrara en la clasificación de guerrillero y fuera candidato a la eliminación física. A veces ni siquiera eso: bastaba ser joven, tener un buen carro y hablar con acento colombiano, para merecer la sospecha y luego la tortura, la desaparición y la muerte.

Desde luego, en el período analizado por el informe también hubo guerrilleros de verdad, que decidieron jugarse la vida por sus ideas y que sufrieron el embate de la represión oficial, que los usaba como justificativo de sus propios actos. Y no faltó un grupo terrorista fanático, que secuestró a un joven dirigente empresarial, lo asesinó y luego tiró su cabeza en el patio de un colegio de jovencitas, buscando aterrorizar al país. Eso creó el clima social que la extrema derecha necesitaba para justificar su proyecto neoliberal, que apuntaba a desnacionalizar la economía ecuatoriana para enriquecer a sus empresas y a los monopolios extranjeros. Parte de ese proyecto consistía en montar una campaña represiva, para acallar de antemano las voces que pudieran oponerse a la desnacionalización del país.

Es más, ese siniestro proyecto político apuntaba a terminar con la joven democracia ecuatoriana, para imponer en el Ecuador un “somozato”, es decir, una tiranía sangrienta, corrupta y de largo plazo, según lo denunció en su hora el Vicepresidente de aquel Gobierno, Blasco Peñaherrera Padilla, convertido ahora en defensor de aquel régimen…

    “La revelación de esta parte sombría
     debe servir (...) para proceder al castigo de los culpables...”

El Informe de la Verdad ha tenido la virtud de refrescar nuestra memoria colectiva, de hacernos recordar las ruindades de aquel período sombrío de nuestra historia, en que el miedo y la incertidumbre reinaban entre el pueblo,  y aun entre ciertos sectores liberales de la burguesía, mientras el conjunto de la clase dirigente celebraba los desplantes del tirano y toleraba sus desmanes.

Tanquetas rodeando la Corte Suprema, militares alzados contra el mandón, diputados apaleados por los esbirros del poder, grupos paramilitares en acción, gentes suburbanas manipuladas como fuerzas de choque, son algunas escenas del febrescorderato que vienen a nuestra mente en esta hora de desvelamiento de la memoria.

Pero esta revelación de una parte sombría de nuestra historia debe servir no solo para exorcizar nuestros demonios interiores, sino para proceder al castigo de los culpables y la reparación a las víctimas. Junto con ello, deberemos hacer otras cosas todavía más útiles, tales como limpiar las fuerzas del orden de doctrinas y agentes represivos, y educar a la juventud en el amor a los valores democráticos, enseñándola a valorar la paz, la equidad y la justicia como bienes colectivos.

jorge.nunez@telegrafo.com.ec
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