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Vacaciones

Vacaciones

lunes 12 de julio de 2010, 19:48h

La palabra vacaciones es relativamente moderna. Para los antiguos existía el otium, el ocio creativo, como negación de toda actividad, nec-otium o negocio. Cuando en Roma hacía calor, los patricios se retiraban a sus fincas campestres al sur de Roma, como Pompeya, o al norte, en alguna localidad alpina como Sirmione, donde podían entretenerse invitando amigos, comiendo y preparado algún golpe de estado o especulando sobre la belleza del asesinato político. Todos los demás, hasta bien entrado el pasado siglo, nacían y morían en el lugar correspondiente, de acuerdo con el orden establecido.

Actualmente el vocablo vacaciones va asociado a la obsesión per el nomadismo compulsivo, enfermedad incurable, que obligó en su momento a crear un Ministerio de Turismo, bajo la dirección del maquiavélico ministro Don Manuel Fraga, creador de los Paradores Nacionales y del célebre slogan ‘Spain is different’, que aún hoy nos obliga, para ser distintos, a mantener a Rouco Varela, con sus ofuscaciones medievales y a Monseigneur Rajoy, obispo del PP. También la Seguridad Social a organizado un ente geriátrico, Imserso, para el ‘envejecimiento activo’, según dicen sus folletos, que consiste en convencer a los ancianos reumáticos a mover su cuerpo serrano, asegurándoles que es mejor morir viajando que quedarse en casa soportando a la family, abuela incluida.

Debemos reconocer que la crisis actual ha aportado una cierta solidaridad vacacional, dado que en este período los parados se sienten menos parados, y pueden imaginar que están en vacaciones eventuales, mientras que, aquellos que han sido favorecidos con auténticas vacaciones, y han terminado varados en una de esas playas insalubres, de donde incluso los peces han huido aterrorizados y donde nunca se atrevería a nacer una Venus de Boticelli, pueden imaginar, en sus pesadillas nocturnas, que a la vuelta van a encontrarse con la empresa cerrada, privilegio que incluye la prolongación in aeternum de sus vacaciones hasta que se creen nuevos puestos de trabajo, cosa que el gobierno, según me dicen, está estudiando seriamente.

Malas lenguas cuentan que con tanta fiesta se pierde productividad. Craso error. Esta actividad trashumante ha creado agencias de viajes y webs especializadas, que por un módico precio te llevan a Estambul o a Bielorrusia, ubicaciones que anteriormente solo conocían los muy versados en geografía y artes folklóricas. Es cierto que algunas personas siguen confundiendo la Torre de Pisa con la tour Eiffel que, cosa curiosa, la gente piensa que es una torre como las de la Sagrada Família, pero sin acabar. Estas leves confusiones son debidas a que los viajes son muy rápidos y luego cuesta situar donde has visto ‘l’enfant qui pisse’, que no deja de ser una obscenidad para curas pedófilos.

Tampoco debemos olvidar que si hasta ahora se ha podido sobrevivir gracias al ladrillo, a partir de ahora la única esperanza que nos queda es el turismo. Sí, precisamente este turismo que llega con la malsana curiosidad de comprobar porqué somos tan diferentes en relación, claro está, a los países considerados civilizados. ¡Cuidado! No debemos decepcionarlos ¡Se trata de nuestra capacidad de adaptación para poder sobrevivir!

Hay que demostrarles que todavía existen corridas de toros, procesiones de Semana Santa con típicos vestidos a lo Ku-klux-klan -que viene a ser burkas cónicos- con arrastre de cadenas incluido. Con algo de suerte uno puede ver a los ‘picaos’ de San Vicente en puro delirio masoquista, flagelándose como chiitas furiosos. Tampoco se pueden perder las fiestas de Moros y Cristianos, espectáculo inventado antes de la invasión de Irak y que puede dar ideas a la CIA. y al Mosad, de cómo se resuelven algunos conflictos históricos. Como entretenimientos varios podemos ofrecerles la diversión de lanzar una cabra desde lo alto de un campanario o disfrutar con una noche iluminada por las carreras enloquecidas de los toros embolados.

Si nos mantenemos fieles al ‘Spain is different’ podremos sobrevivir a esta y otras crisis venideras. También debemos recordar que la única ventaja, real y palpable de las vacaciones es que, incluso el gobierno, la oposición y todos los subsecretarios se van a descansar, y les aseguro que para mí eso es más que suficiente para soportar el verano, y causa breve pero tan intensa, de alivio y paz interior, que no necesito moverme de casa.

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