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Presuntos periodistas

Presuntos periodistas

miércoles 14 de julio de 2010, 22:11h
Los programas del corazón que nutren las parrillas de las cadenas de televisión acogen habitualmente a numerosos periodistas, muchos de ellos con dedicación plena a este género desde hace varios años. Algunos proceden de la información política, de la que salieron escaldados de tanto repetir mensajes vacíos y de practicar un periodismo de contenido un tanto parlanchín; profesionales como tantos otros que, por cierto, también se han cansado de someterse sin rechistar a nuevas y extrañas modas como las ruedas de prensa sin preguntas y al control mecánico de sus agendas.

El corazón cree que todos son de su condición y junto a periodistas, con mayor o menor desparpajo profesional, surgen otro tipo de personajes que no tienen el menor recato en manipular en sus programas términos de uso común en el periodismo como “presunto” o la acción de “contrastar”. Unas veces parece una manipulación y otras, simplemente, una burla. Es de uso corriente que el adjetivo presunto, en boca de algunos profesionales de la tele, sea la puerta abierta que creen cruzar, libres de complejos, para detallar todo tipo de perversidades de la víctima del momento. Periodistas curtidos en el género llegan incluso a anunciar en pantalla su firme decisión de medir sus palabras por la incomodidad que les supone visitar a menudo  los juzgados para atender las correspondientes querellas de las que pueden ser objeto.

La censura es otro de los infortunios que sobrevuela a veces en los programas si sus responsables se sienten heridos por alguna resolución judicial adversa como es la aplicación de unas medidas cautelares que están recogidas en el ordenamiento jurídico vigente. Es el doble lenguaje que se extiende también a la presencia de los menores en la tele y que parece poner en guardia a los dirigentes televisivos cuando algún niño curiosón aparece en una conexión mientras se come un helado y saluda a la cámara.

Una impostura que nada tiene que ver con el espíritu de la ley de protección al menor que sí debe preocuparse por niños que nunca salen en pantalla pero que están indirectamente en candelero. Si estas ligerezas informativas se trasladaran a los periódicos, sus directores y sus redactores se pasarían la vida en la Audiencia. Son diferentes varas de medir.

Ocurre que el periodismo está especializado en diversos géneros, pero sus códigos técnicos y éticos son los mismos para cualquiera de sus expresiones, aunque es verdad que a las organizaciones profesionales les cuesta mucho pronunciarse  ante algunas tropelías y cuando lo hacen sólo se fijan en lamentables episodios del mundo del corazón. Rara vez en otros ámbitos del periodismo, aunque estemos como estamos.

Carlos Roldán. Periodista.
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