¿Profeta de ocho patas?

Yo también tendré que hablar de Paul, el pulpo cuyas supuestas dotes adivinatorias parecieran ser demostradas por ocho aciertos en el Mundial de futbol.

Antes que nada, no por ser un molusco, Paul carece de raciocinio. Los pulpos se consideran los invertebrados más inteligentes, pues son capaces de aprender, realizar procesos de varios pasos, resolver laberintos, distinguir formas y otras tareas complejas.

Pero de ser inteligente a predecir el futuro hay mucho trecho. Aunque Tanja Munzig, del Sea Life en Oberhausen, hogar de Paul, haya declarado que “no hay una explicación racional de por qué acierta siempre”, la conclusión más sencilla es que se trata de simples coincidencias, junto con ciertos efectos que hacen parecer más impresionante el fenómeno.

La probabilidad de que Paul acertara en ocho partidos es de una en 256. Como ganar ocho veces seguidas un volado. ¿Qué es más probable: eso, o que un pulpo vea el futuro?

Además de explicaciones como la del biólogo peruano que afirma que Paul escoge simplemente la bandera de color más brillante, sus dueños también pueden haberlo ayudado a acertar: con trucos sencillos pueden inducirlo a elegir la bandera que deseen. Por ejemplo, poniendo comida fresca en un recipiente, y un señuelo en el otro. Así, la elección acertada recaería en los manejadores del pulpo, que podrían haber recibido asesoría experta.

También es posible que las predicciones del pulpo hayan predispuesto psicológicamente a los jugadores de los equipos perdedores a tener una mala actitud (profecía autocumplida).

Lo importante es que, si bien casos como el de Paul pueden ser buen entretenimiento, también fomentan una peligrosa tendencia al pensamiento mágico.

Javier López Peña y Hugo Touchette, de la Universidad de Londres, utilizaron un método matemático basado en la teoría de gráficas para llegar a la misma predicción que Paul respecto a la final, pero lo hicieron modelando la “red” de pases entre jugadores de un mismo equipo, lo cual da una idea de su fortaleza.

La ciencia nos ofrece formas confiables y efectivas, aunque no infalibles de resolver problemas. En cambio sabemos bien, aunque sea triste, que la magia no existe.

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Opinión extraída del Periódico Milenio 14/07/10