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Hetairas vs putas

Hetairas vs putas

domingo 01 de agosto de 2010, 21:56h
Ustedes recordarán a la señora Bibiana Aído, ministra de Igualdad, por aquel lapsus freudiano de ‘miembros y miembras’ que cualquier argentino hubiera identificado con un complejo de castración. Ahora ha tenido una nueva idea y ha encargado un informe al Consejo de Estado para prohibir los anuncios de ‘contactos’ dado que, en su opinión, el 90% de putas son esclavas sexuales, aunque la ONU estime este porcentaje en un 15%, pero la señora Aído necesita prohibir, cosa que actualmente se ha puesto de moda y es condición indispensable para obtener un cierto prestigio político.   Defendía Bertrand Russell que las cosas naturales nunca son indecentes (naturalia non sunt turpia) y que la prostitución ayuda a soportar el matrimonio monogámico, disminuye los divorcios y aumenta el placer de fumar.   Dado que dicen que es el negocio más antiguo del mundo, incluso anterior al Vaticano, me permito opinar que sus funciones deben de tener algo de imprescindible y necesario.             Ya los griegos distinguían entre ‘porne’, puta ignorante, llamada ‘lupa’ por los romanos, de donde deriva lupanar, y hetaira, puta académica, como Aspasia amante de Pericles y visitada por el mismísimo Sócrates, cuyo paralelismo podría hallarse en la proverbial cultura de las geishas japonesas.   Nuestra admirada ministra debería proponerse objetivos más originales y de mayor calado, a fin de elevar el nivel cultural de esas abnegadas criaturas, creando por ejemplo, una cátedra de fornicologia aplicada, la cual, entre otras disciplinas básicas, como los ejercicios del kamasutra, podría incluir otras como la decoración ambiental, danza clásica, recitados poéticos, tocar el arpa o soplar la flauta, cosas seguramente ya incluidas en el plan Bolonia, pero muy descuidadas todavía en nuestras universidades.   Obtenido el diploma correspondiente las prostitutas se convertirían en hetairas y pasarían a ser consideradas funcionarias del Estado, adscritas a los servicios de Seguridad Social, pudiendo ejercer sus funciones en lugares habilitados para este menester, con ventilación y salidas de emergencia.     En las listas de espera se daría prioridad a viudos, jubilados, intelectuales miopes y artistas fracasados. La posología se adaptaría a la profesión, edad, horario laboral, y estado de salud de cada paciente.   En caso de accidentes graves, como muerte por sobredosis, los cadáveres serian discretamente devueltos a la familia –de haberla- con falsos certificados de defunción.             De esta forma tan simple, señora ministra, se acabaría con los viles proxenetas y la asquerosa esclavitud sexual, al mismo tiempo que se aumentaría la felicidad, disminuirían los divorcios y la alegría volvería a los hogares, a pesar de la crisis.
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