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La complicadísima Trinidad

La complicadísima Trinidad

jueves 05 de agosto de 2010, 12:08h
   Según se desprende de las últimas encuestas, los españoles creen que los tres grandes problemas que tienen son, por este orden, el paro, la economía y los políticos. No es la primera vez que los políticos aparecen como un problema, lo cual, al parecer, no representa ningún problema para los políticos que, hasta la fecha, no han comentado el dato que preocuparía a cualquier otra profesión, desde los farmacéuticos hasta los ciclistas.

   En realidad, nos encontramos ante una especie de versión laica de la Santísima Trinidad, donde la economía sería el padre, el paro vendría a ser el hijo, y los políticos el espíritu santo, una especie de perejil que influye en todas las salsas. Los tres factores están interaccionados, como gustan decir ahora a los aprendices de sociólogos, o relacionados, como decíamos antes. Es cierto que la economía no depende de los políticos, pero sus decisiones influyen de manera muy poderosa, y la prueba es que, ante la crisis, hay países en los que los políticos tomaron decisiones tempranas, y se encuentran con menos paro que nosotros y con un PIB creciente.

   Un mero repaso de las portadas de los últimos días de los periódicos nos muestra que lo que más ha preocupado a los políticos y a los periodistas -que no somos una excepción- ha sido la prohibición de los toros en Cataluña. Es decir, que los periodistas nos vemos arrastrados por los políticos, y, al final, ponemos nuestro foco precisamente sobre aquellos asuntos que menos les preocupan a los ciudadanos.

   El problema de esta complicadísima trinidad laica -economía, paro y políticos- es la ósmosis que se produce entre la primera y los últimos, ese desfile de políticos que pasan a la empresa privada, y esos altos ejecutivos de empresa que pasan a la política.  En estos momentos se nos aparece como un puente de diseño, muy moderno, que salta sobre el paro sin marcharse y sin arreglarlo. Y es que, cuando no se tiene dinero, ya se sabe que el destino es vivir debajo de un puente.


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